Meditaciones MRco Aurelio
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LIBRO III 83
que te inclinarás, figuren estas dos: una, que las cosas no alcanzan
al alma, sino que se encuentran fiiera, desprovistas de
temblor, y las turbaciones surgen de la única opinión interior.
Y la segunda, que todas esas cosas que estás viendo, pronto se
transformarán y ya no existirán. Piensa también constantemente
de cuántas transformaciones has sido ya por casualidad
testigo. «El mundo, alteración; la vida, opinión»^®.
4. Si la inteligencia nos es común, también la razón, según
la cual somos racionales, nos es común. Admitido eso,
la razón que ordena lo que debe hacerse o evitarse, también
es común. Concedido eso, también la ley es común. Convenido
eso, somos ciudadanos. Aceptado eso, participamos de
una ciudadanía. Si eso es así, el mundo es como una ciudad.
Pues, ¿de qué otra común ciudadanía se podrá afirmar que
participa todo el género humano? De allí, de esta común
ciudad, proceden tanto la inteligencia misma como la razón
y la ley. O ¿de dónde? Porque al igual que la parte de tierra
que hay en mí ha sido desgajada de cierta tierra, la parte
húmeda, de otro elemento, la parte que infunde vida, de
cierta fuente, y la parte cálida e ígnea de una fuente particular
(pues nada viene de la nada, como tampoco nada desemboca
en lo que no es), del mismo modo también la inteligencia
procede de alguna parte.
5. La muerte, como el nacimiento, es un misterio de la
naturaleza, combinación de ciertos elementos (y disolución)^^
en ellos mismos. Y en suma, nada se da en ella por
lo que uno podría sentir vergüenza, pues no es la muerte
DI-MÓCRITO, fr. I 15 D.
Existe en el texto una laguna. Conjetura de Gataker kai diálysis.
Farquharson escribe lysis. En la traducción recogemos la conjetura de
Farquharson.