Meditaciones MRco Aurelio
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LIBRO XII 213
la vejez; pero generalmente la naturaleza del conjunto universal,
cuyas partes se transforman para que el mundo en su
conjunto pennanezca siempre joven y en su pleno vigor. Y
todo lo que conviene al conjunto universal es siempre bello
y está en sazón. Así pues, el término de la vida para cada
uno no es un mal, porque tampoco es un oprobio, pues no
está sujeto a nuestra elección y no daña a la comunidad, y sí
es un bien, porque es oportuno al conjunto universal, ventajoso
y adaptado a él. Así, el que se comporta de acuerdo
con Dios en todo, es inspirado por un hálito divino y es llevado,
gracias a su reflexión, a sus mismos objetivos.
24. Preciso es tener a mano estos tres pensamientos.
Respecto a lo que haces, si lo haces, que no sea ni a la ventura,
ni de un modo distinto a como lo hubiese hecho la justicia
misma. Respecto a los sucesos exteriores, piensa que
suceden o bien por azar, o bien por una providencia, y no
debes censurar al azar ni recriminar a la providencia. En segundo
lugar, piensa cómo es cada uno desde que es engendrado
hasta la posesión del alma, y desde ésta hasta la devolución
de la misma. Piensa también de qué elementos se
compone y en cuáles se disolverá. En tercer lugar, piensa
que si de pronto remontándote por el aire examinaras las cosas
humanas y su multitud de formas, al ver simultáneamente
cuán gran espacio ocupan los habitantes del aire y
etéreos, las despreciarías; y que, cuantas veces te remontaras
a lo alto, verías lo mismo, su uniformidad, su pequeña
duración. A esas cosas se refiere la vanidad humana.
25. Expulsa la opinión. Estás a salvo. ¿Quién, pues, te
impide expulsarla?
26. Siempre que te molestas por algo, olvidas que todo
se produce de acuerdo con la naturaleza del conjunto uni-