Meditaciones MRco Aurelio
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200 MliDITACIONliS
En cuarto lugar, que también tú cometes numerosos fallos
y eres otro de su estilo. Y, si bien es verdad que te abstienes
de ciertas faltas, tienes, sin embargo, una disposición
que te induce a cometerlas, aunque por cobardía, orgullo o
algún defecto te abstengas de las mismas.
En quinto lugar, que tampoco has comprendido enteramente
si cometen fallos, porque se producen muchos, incluso
por defecto de administración. Y, en suma, es preciso aprender
de antemano muchas cosas, para poderse manifestar cabalmente
sobre una acción ajena.
En sexto lugar, piensa que la vida del hombre es muy
corta y dentro de poco todos estaremos enterrados.
En séptimo lugar, que no nos molestan sus acciones, porque
aquéllas se encuentran en los guías interiores de aquéllos,
sino nuestras opiniones. Elimina, pues, y sea tu propósito
desprenderte del juicio, como si se tratara de algo terrible, y se
acabó la cólera. ¿Cómo conseguirás eliminado? Pensando
que no es un oprobio. Porque si no fuera el oprobio el único
mal, forzoso sería que cometieras numerosos fallos, te convirtieras
en bandido y hombre capaz de todo.
En octavo lugar, cuántas mayores dificultades nos procuran
los actos de cólera y las aflicciones que dependen de
tales gentes que aquellas mismas cosas por las que nos encolerizamos
y afligimos.
En noveno lugar, que la benevolencia sería invencible si
fuera noble y no burlona ni hipócrita. Porque, ¿qué te haría
el hombre más insolente, si fueras benévolo con él y si, dada
la ocasión, le exhortaras con dulzura y le aleccionaras apaciblemente
en el preciso momento en que trata de hacerte
daño? «No, hijo; hemos nacido para otra cosa. No temo que