Meditaciones MRco Aurelio
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LIBRO XII 187
31. Al ver a Satirón, Eutiques o Himen, imagínate a un
socrático; y al ver a Eufrates, imagínate a Eutiquión o Silvano;
al ver a Alcifrón, imagínate a Tropeóforoy al ver
a Jenofonte, imagínate a Gritóno Severo; vuelve también
los ojos sobre ti mismo e imagínate a uno de los Césares; y
sobre cada uno de ellos imagina paralelamente. A continuación,
sobrevenga a tu pensamiento la siguiente consideración:
¿Dónde, pues, están aquéllos? En ninguna parte o en
cualquier lugar. Pues de esta manera contemplarás constantemente
que las cosas humanas son humo y nada, sobre todo
si recuerdas que lo que se transforma una sola vez ya no
volverá en el tiempo infinito. ¿A qué, pues, te esfuerzas?
¿Por qué no te basta traspasar este breve período de tiempo
decorosamente? ¡Qué materia y qué tema rehúyes! Porque,
¿qué otra cosa es todo sino ejercicios de la razón que ha
visto exactamente y según la ciencia de la naturaleza las vicisitudes
de la vida? Persiste, pues, hasta que te hayas familiarizado
también con estas consideraciones, al igual que el
estómago fuerte asimila todos los alimentos, como el fiiego
brillante reduce a llama y resplandor cualquier cosa que le
eches.
32. A nadie le sea posible decir de ti con verdad que no
eres hombre sencillo y bueno. Por el contrario, mienta todo
el que imagine algo semejante de ti. Y todo esto de ti depende.
Pues, ¿quién te impide ser sencillo y bueno? Tú toma
sólo la decisión de no seguir viviendo, si no logras ser un
hombre así, pues la razón no te coacciona a vivir, si no reúnes
estas cualidades.
Los nombres propios citados corresponden a filósofos desconocidos.
Alcifrón es un filósofo de Magnesia.
Jenofonte y Gritón, discípulos y amigos de Sócrates.