Meditaciones MRco Aurelio
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LIBRO XII 163
ciado de estos vicios, sería una segunda tentativa para navegar¿Continúas
prefiriendo estar alentado en el vicio y
todavía no te incita la experiencia a huir de tal peste? Pues
la destrucción de la inteligencia es una peste mucho mayor
que una infección y alteración semejante de este aire que
está esparcido en tomo nuestro. Porque esta peste es propia
de los seres vivos, en cuanto son animales; pero aquélla es
propia de los hombres, en cuanto son hombres.
3. No desdeñes la muerte; antes bien, acógela gustosamente,
en la convicción de que ésta también es una de las
cosas que la naturaleza quiere. Porque cual es la juventud, la
vejez, el crecimiento, la plenitud de la vida, el salir los
dientes, la barba, las canas, la fecundación, la preñez, el
alumbramiento y las demás actividades naturales que llevan
las estaciones de la vida, tal es también tu propia disolución.
Por consiguiente, es propio de un hombre dotado de razón
comportarse ante la muerte no con hostilidad, ni con vehemencia,
ni con orgullo, sino aguardarla como una más de las
actividades naturales. Y, al igual que tú aguardas el momento
en que salga del vientre de tu mujer el recién nacido,
así también aguarda la hora en que tu alma se desprenderá
de esa envoltura. Y si también quieres una regla vulgar, que
calle en tu corazón, sobre todo te pondrá en buena disposición
ante la muerte la consideración relativa a aquellos objetos
de los cuales vas a separarte y con cuyas costumbres
(tu alma)'^^ ya no estará mezclada. Porque en absoluto es
preciso chocar con ellos, sino preocuparse de ellos y soportarlos
con dulzura; recuerda, sin embargo, que te verás libre
Expresión proverbial deúteros ploús, ya en Platón. Equivale a «un
mal menor» o «un bien de segunda clase».
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Según conjetura de Schenkl.