Meditaciones MRco Aurelio
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35. ¿No ves cómo los artesanos se ponen de acuerdo,
hasta cierto punto, con los profanos, pero no dejan de atender
a las reglas de su oficio y no aceptan renunciar a él?
¿No es soφrendente que el arquitecto y el médico respeten
más la razón de su propio oficio que el hombre la suya propia,
que comparte con los dioses?
36. Asia, Europa, rincones del mundo; el mar entero,
una gota de agua; el Atos, un pequeño terrón del mundo; todo
el tiempo presente, un instante de la eternidad; todo es
pequeño, mutable, caduco.
Todo procede de allá, arrancando de aquel común principio
guía o derivando de él. En efecto, las fauces del león,
el veneno y todo lo que hace mal, como las espinas, como el
cenagal, son engendros de aquellas cosas venerables y bellas.
No te imagines, pues, que esas cosas son ajenas a aquel
a quien tú veneras; antes bien, reflexiona sobre la fuente de
todas las cosas.
37. Quien ha visto el presente, todo lo ha visto: a saber,
cuántas cosas han surgido desde la eternidad y cuántas cosas
permanecerán hasta el infinito. Pues todo tiene un mismo
origen y un mismo aspecto.
38. Medita con frecuencia en la trabazón de todas las
cosas existentes en el mundo y en su mutua relación. Pues,
en cierto modo, todas las cosas se entrelazan unas con las
otras y todas, en este sentido, son amigas entre sí; pues una
está a continuación de la otra a causa del movimiento ordenado,
del hálito común y de la unidad de la sustancia.
39. Amóldate a las cosas que te han tocado en suerte; y
a los hombres con los que te ha tocado en suerte vivir,
ámalos, pero de verdad.