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Podrías seguir así. casi indefinidamente, ¿Por qué quieres resolver el
asunto de los atascos de tráfico? Para que los negocios vayan mejor.
¿Por qué quieres que los negocios vayan mejor? Por el bienestar económico
del país. ¿Por qué te preocupa el bienestar económico del país?
Etc.* etc.
En este proceso existe el peligro de apartarte del problema que estás
tratando simplemente para arreglar el mundo.
En una ocasión tenía que descorchar una botella de vino pero no tenía
sacacorchos. El propósito de mi pensamiento parecía ser: ¿cómo puedo
sacar el corcho de la botella? Probé varios sistemas pero no tuve éxito.
Entonces cambié el problema: ¿cómo puedo sacar el corcho del cuello de
la botella? Esto me condujo a intentar empujarlo hacia dentro. Esto también
fracasó. Llegado a este punto volví a la definición global del propósito:
¿cómo puedo sacar el vino de la botella? Así que utilizando un destornillador
hiee un agujero en el centro del corcho y vertí el vino a través del
mismo.
Hay una historia muy conocida en los libros de investigación acerca de
un edificio en el que la gente se quejaba de la lentitud de los ascensores.
La solución técnica era muy cara. La barata era poner espejos alrededor
de las entradas de los mismos. Ahora la gente pasa tanto tiempo mirándose
en los espejos y mirando a los demás que ya no se han vuelto a
quejar.
Esta historia es un buen ejemplo del «pensamiento lateral», pero el
éxito de la solución dependía de cuál era el verdadero problema. Si éste
era «las quejas sobre la lentitud de los ascensores», entonces los espejos
resolvían el problema al eliminar las quejas. Si el problema hubiera sido
que la lentitud de los mismos retrasaba el trabajo y la productividad, la
solución del espejo no habría servido de ayuda. En realidad habría tenido
un efecto negativo. Cuando los trabajadores supieran que los ascensores
eran lentos puede que hicieran menos viajes de una planta a otra, y si ya
no se daban cuenta de su lentitud puede que volvieran a desplazarse más
y se redujera la productividad.
Frecuentemente cuento la historia del despertador de Pasadena,
California. Tenía que levantarme a las 4.30 de la madrugada y conducir
hasta Los Ángeles para coger el avión a Toronto. Así que puse el despertador
sobre la mesilla que tenía al lado de la cama en el Pasadena Hilton
para que se conectara a dicha hora. A las 4.30 estaba despierto y a punto
de desconectar el despertador para que mis vecinos no se despertaran