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PO
En la vida cotidiana solamente se dice algo si existe una razón para
ello. Las razones vienen primero y la conclusión después.
En la «provocación» no hay razón para decir nada hasta después de que
se haya dicho algo. La provocación provoca ideas útiles que la justifican:
«Po coches tienen ruedas cuadradas.»
Esto es una provocación. Es totalmente irracional en términos de nuestro
conocimiento habitual de las ruedas de los coches. No obstante, a partir
de ella hemos de avanzar hacia la idea de una «suspensión inteligente»
que reaccione anticipándose a la necesidad, de modo que los ejes sigan el
perfil del suelo y el coche ruede suavemente sobre los caminos en mal
estado.
La palabra «po» la inventé hace muchos años para «señalar» que se
había utilizado una provocación. Puedes pensar en ella como lo que antecede
a una operación provocadora. «Po» dice: «Lo que viene a continuación
es una provocación».
Hay un problema de polución en un río. El río está cada vez más contaminado,
ya que se acumulan los vertidos de varias fábricas. Así que
proponemos una provocación:
«Po cada fábrica debería estar río abajo de sí misma.»
Esto parece imposible. ¿Cómo puede estar una fábrica río abajo de sí
misma? A raíz de esta provocación aparentemente ilógica surge una sugerencia
sencilla. Crear una legislación en la que la entrada del agua se
encuentre río abajo, donde desembocan sus desechos. Ahora la fábrica
tendrá que preocuparse de sus propios vertidos, porque contaminarán su
propia toma de agua. Según tengo entendido esta sugerencia se ha puesto
en vigor en algunos países.
Nuestras exigencias de pensamiento habituales son las de ser razonables
en cada paso que demos. El pensamiento creativo no es así. Utilizamos
provocaciones deliberadas que no son razonables en absoluto.
El movimiento
Las provocaciones serían inútiles sin el proceso del movimiento. Éste