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a embarré. Mucho. Sé eso.
Me escabullo por el ala y alrededor del vestíbulo este del
hospital después de dejar el dibujo, con el teléfono en la mano,
esperando algo. Un texto, una llamada de FaceTime, cualquier cosa.
Para este momento ya debe haber visto el dibujo, ¿verdad? Su luz
estaba encendida. Pero ha estado en completo silencio desde nuestra pelea.
¿Qué debo hacer? ni siquiera me habla le escribo a Jason y hago una
mueca. Puedo verlo molestándome porque alguien me guste lo suficiente
como para pedirle su consejo.
Sólo dale algo de tiempo, hombre, responde.
Suspiro ruidosamente, frustrado. Tiempo. Toda esta espera es una
agonía.
Me desplomo en un banco, observando a la gente mientras pasan por
las puertas corredizas del hospital. Niños pequeños, agarrando
nerviosamente las manos de sus padres. Enfermeras, frotándose los ojos
con sueño mientras finalmente consiguen irse. Visitantes poniéndose sus
chaquetas entusiasmados mientras se dirigen a casa para pasar la noche.
Por primera vez en pocos días, desearía ser uno de ellos.
Mi estómago gruñe ruidosamente y decido ir a la cafetería para
distraerme con algo de comida. Caminando hacia el ascensor, me paralizo
cuando escucho una voz familiar saliendo de una habitación cercana.
—No envíe dinero, no puede pagarlo —dice la voz, el tono sombrío, triste.
Money. Dinero. —Tomé dos años de español en la escuela secundaria y solo
puedo decir algunas frases, pero reconozco esa palabra. Giro mi cabeza para
notar que es una capilla, con grandes vitrales y bancos de madera clásicos.
El aspecto antiguo y eclesiástico es muy diferente del resto del diseño
moderno y elegante del hospital.
Mis ojos se posan en Poe, sentado en la primera fila, con los codos
apoyados en las rodillas mientras habla con alguien por FaceTime.
—Yo también te extraño —dice—. Lo sé. Te amo mamá.