You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
—Por decir algo real.
Me mira un segundo antes de pasar sus dedos por su cabello. Él es el
que se siente incómodo para variar.
—Tus ojos son color avellana —dice, señalando la luz del sol que entra
por el cristal a mi alrededor—. No lo sabía hasta que los vi a la luz del sol.
Pensé que eran marrones.
Mi corazón late con fuerza en mi pecho ante sus palabras, y la forma
cálida en que me mira.
—Son unos ojos muy bonitos —dice un segundo después, un débil rojo
se arrastra hacia sus mejillas. Baja de nuevo la mirada, garabateando y
aclarando su garganta—. Quiero decir, como para dibujarlos.
Me muerdo el labio inferior para ocultar mi sonrisa.
Por primera vez siento el peso de cada centímetro, cada milímetro, de
los dos metros y medio entre nosotros. Pongo mi sudadera más cerca de mi
cuerpo, mirando a un lado la pila de colchonetas de yoga en la esquina,
tratando de ignorar el hecho de que ese espacio abierto siempre estará allí.
Esa noche me desplazo por Facebook por primera vez en todo el día,
mirando todas las fotos que mis amigos están publicando desde Cabo. Le
doy un corazón a la nueva foto de perfil de Camila. Ella está parada en una
tabla de surf en su bikini a rayas, con una gran sonrisa tonta en su rostro,
sus hombros quemados, todas mis advertencias de SPF ignoradas por
completo. Pero Mya me envió un video de Snap detrás de cámaras esta tarde,
tomado segundos después de esta foto, que reveló que Camila todavía no
tiene ni idea de cómo surfear. Tal vez se mantuvo en equilibrio durante
aproximadamente tres segundos y medio, disparando a la cámara una gran
sonrisa antes de caerse de la tabla de surf un segundo después.
Hago un pequeño baile de la victoria cuando me desplazo a una foto
que publicó Mason, su brazo bronceado colgado del hombro de Mya. Casi
me caigo de la silla cuando veo la leyenda.
“Lindura en Cabo”. Sonriendo, le doy un rápido me gusta antes de
cerrar la aplicación para enviarle un mensaje de texto.
¡Muy bien, Mya! Con emojis de ojo de corazón por días.
Echo un vistazo para ver mi cuaderno de bolsillo aún abierto a mi lista
maestra. Mis ojos vuelven al número 27, "Ir a la Capilla Sixtina con Abby".
Abro mi computadora portátil y mi ratón se cierne sobre una carpeta azul
llamada "Abs".