Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
ombreo con cuidado el cabello de Barb, inclinándome hacia atrás
para mirar el dibujo que hice de ella sosteniendo una horquilla.
Mientras asiento con satisfacción, mi teléfono comienza a vibrar
ruidosamente en mi escritorio, haciendo que los lápices de colores bailen.
Es Stella. En FaceTime.
Sorprendido, me acerco para pausar la canción de Pink Floyd en mi
computadora, deslizando a la derecha para contestar la llamada.
—¡Lo sabía! —dice mientras sus grandes ojos se ponen a la vista—.
¿Dónde está tu AffloVest? Se suponía que no debías quitártelo durante otros
quince minutos. ¿Y tomaste tu Creon? Apuesto a que es un no.
Falsifico una voz automatizada.
—Lo sentimos, ha llamado a un número que ya no se encuentra en
servicio. Si siente que ha llegado a esta grabación por error...
—No se puede confiar en ti —dice ella, cortando mi impresión de
asesino—. Así que, así es cómo va a funcionar esto. Haremos nuestros
tratamientos juntos, así sabré que realmente los estás haciendo.
Meto el lápiz que estaba usando detrás de mi oreja, dándomelas de
genial.
—Siempre buscando maneras de pasar más tiempo conmigo.
Ella cuelga, pero por un segundo juro que la vi sonreír. Interesante.
Nos quedamos en Skype durante la mayor parte de los próximos dos
días y, sorprendentemente, no son solo órdenes y regaños. Ella me muestra
su técnica para tomar pastillas con pudín de chocolate. Lo cual es
jodidamente genial. Y delicioso. Inhalamos en nuestros nebulizadores,
hacemos el goteo intravenoso y marcamos tratamientos y medicamentos
juntos en su aplicación. Pero Stella tenía razón hace unos días. Por alguna