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A_Dos_Metros_de_Ti

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—Limpiaste todo, ¿verdad? —dice Poe.

—Por supuesto que lo hice. Dos veces, solo para estar a salvo —

responde Will—. Quiero decir, claramente, esta no fue mi idea, ya sabes.

Ajusto la bata de aislamiento sobre la parte superior de mi traje

quirúrgico desechable y abro la puerta de un tirón, entrecerrando los ojos a

través de mis gafas.

Poe da vuelta en su patineta para mirarme.

—Hombre, Stella. ¿Te dije cómo te ves hoy?

Él y Will se echan a reír por tercera vez por mi improvisado traje de

materiales peligrosos. Los miro con furia antes de mirar hacia el pasillo.

—¿Todavía claro?

Se empuja en su patineta y lentamente pasa junto a la estación de

enfermeras, mirando por encima del escritorio.

Dispara un pulgar hacia arriba en mi dirección.

—Solo apúrate.

—¡Ya casi termino! —digo, volviendo a la habitación y cerrando la

puerta.

Miro el carrito de medicina, lanzando un suspiro de satisfacción por lo

meticulosamente organizado que está. Pero luego veo el escritorio en el que

está su computadora portátil, que es tan... no. Me acerco y agarro un

puñado de lápices de colores, colocándolos de forma segura en el soporte

para lápices al que pertenecen. Arreglo las revistas y los cuadernos de

bocetos, asegurándome de que estén en orden por tamaño y, al hacerlo, cae

un trozo de papel.

Es un niño de dibujos animados que se parece mucho a Will

sosteniendo un par de globos y forzando el aire en unos pulmones de aspecto

desinflado, con la cara enrojecida por el esfuerzo. Sonrío, leyendo el título

debajo: "Solo respira".

Es muy bueno.

Extendiéndome, trazo suavemente los pulmones de Will, como lo hago

con el dibujo de Abby. Las puntas de mis dedos enguantados aterrizan en

la pequeña caricatura de Will, su mandíbula afilada, su cabello rebelde, sus

ojos azules y la misma sudadera burdeos que llevaba en el techo.

Lo único que falta es la sonrisa.

Miro hacia la pared y me doy cuenta de que solo tiene una vieja

caricatura colgada justo encima de su cama. Tomando una tachuela de un

frasco pequeño, cuelgo su caricatura en la pared debajo de ella.

El portátil se apaga y parpadeo, alejando rápidamente mi mano. Carga

completa. Doy media vuelta, caminando hacia su escritorio y

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