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mí?
—Espera, ¿cómo sabes sobre el ensayo? ¿Has estado preguntando por
Ignoro sus preguntas, continuando.
—Si no te importa, entonces vete —le respondo—. Deja que alguien más
tome tu lugar en el ensayo. Alguien que quiera vivir.
Lo miro, observando cómo cae la nieve en el espacio entre nosotros,
desapareciendo a medida que aterriza en el polvo bajo nuestros pies. Nos
miramos el uno al otro en silencio, y luego se encoge de hombros, su
expresión ilegible. Da un paso hacia atrás, hacia el borde otra vez.
—Tienes razón. Quiero decir, me estoy muriendo de todos modos.
Estrecho mis ojos hacia él. Él no lo haría. ¿Verdad?
Otro paso atrás. Y otro, sus pasos crujen en la nieve recién caída. Sus
ojos están fijos en los míos, desafiándome a decir algo, a detenerlo.
Desafiándome a llamarlo.
Más cerca. Casi hasta el borde.
Inhalo bruscamente, el frío raspa el interior de mis pulmones.
Él cuelga un pie del extremo, y el aire libre hace que mi garganta se
contraiga. Él no puede…
—¡Will! ¡No! ¡Para! —grito, dando un paso más hacia él, mi corazón
latiendo con fuerza en mis oídos.
Se para, con la pierna flotando por el borde. Un paso más y habría
caído. Un paso más y lo habría hecho...
Nos miramos el uno al otro en silencio, sus ojos azules curiosos,
interesados. Y luego comienza a reír, fuerte, profundo y salvaje, de una
manera tan familiar, que se siente como presionar un moretón.
—Oh Dios mío. La mirada en tu cara no tiene precio. —Imita mi voz—,
¡Will! ¡No! ¡Para!
—¿Estás jodidamente bromeando? ¿Por qué harías eso? ¡Caer a tu
muerte no es una broma! —Puedo sentir mi cuerpo temblando. Me meto las
uñas en la palma de la mano, tratando de detener el temblor mientras me
alejo de él.
—¡Oh, vamos, Stella! —me llama—. Sólo estaba bromeando.
Abro la puerta de la azotea y paso por encima de la cartera, con ganas
de poner tanto espacio como sea posible entre nosotros. ¿Por qué me
molesto? ¿Por qué subí cuatro pisos para ver si estaba bien? Empiezo a
correr los primeros pasos, estirándome para darme cuenta... Me olvidé de
ponerme la mascarilla.
Nunca olvido mi mascarilla.