Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
Se ha pretendido mucho desde el divorcio más ridículo de todos los
tiempos.
Han pasado seis meses y aún no pueden mirarse.
Por alguna razón, me dan tantas ganas de escuchar su voz. Toco en su
información de contacto y casi presiono el botón verde de llamada de mi
teléfono, pero decido no hacerlo en el último segundo. Nunca llamo el primer
día, y toda la tos que me produce el AffloVest lo pondría nervioso. Él todavía
me está enviando mensajes de texto cada hora para chequearme.
No quiero preocupar a mis padres. No puedo.
Mejor esperar hasta mañana.
Mis ojos se abren de golpe a la mañana siguiente y busco lo que me
despertó, al ver mi teléfono vibrando ruidosamente en el suelo, habiendo
caído de la mesa. Miro los vasos de batido y el montón de tazas de pudín de
chocolate vacías ocupando prácticamente todo el espacio. No es de extrañar
que el teléfono se cayera.
Si somos 60 por ciento de agua, me estoy acercando a que mi 40 por
ciento restante sea pudín.
Gimo, extendiéndome sobre la cama para agarrar mi teléfono, mi Sonda
Gástrica ardiendo con el estiramiento. Toco suavemente mi costado,
levantando mi camisa para desenganchar el tubo, sorprendida de que la piel
que lo rodea está aún más roja y más inflamada de lo que estaba antes.
Eso no es bueno. Las irritaciones generalmente desaparecen con un
poco de Fucidin, pero mi aplicación de ayer no pareció hacer una diferencia.
Le aplico un poco más de la pomada, con la esperanza de que se aclare,
y agrego una nota a mi lista de tareas para monitorearla, antes de
desplazarme por mis notificaciones. Tengo un par de Snaps esperándome
de Mya y Camila, que parecen adormecidas pero felices cuando abordaron
el avión esta mañana. Mis padres me enviaron mensajes de texto,
chequeando cómo dormí, si me he acomodado, y diciendo que les llame
cuando me levante.
Estoy a punto de responder a ambos cuando mi teléfono vibra, y me
deslizo hacia la derecha para ver un texto de Poe:
¿Estás despierta?
Le devuelvo un rápido mensaje para ver si él quiere tener nuestra hora
habitual de desayuno en veinte minutos, antes de colgar el teléfono y colgar
mis piernas sobre mi cama para agarrar mi computadora portátil.