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Puedo sentir los brazos de Abby a mi alrededor en el estanque,
abrazándome. Puedo escuchar su voz en mi oído, diciendo las mismas
palabras que Will está diciendo ahora.
Vive, Stella.
Respiro hondo y siento la lucha familiar por el aire que tengo todos los
días. Cuando estaba con Abby, dije que quería vivir. Tendré que
preocuparme por cómo después.
—Está bien —le digo, asintiendo con la cabeza a la Dra. Hamid, y se
toma la decisión.
El alivio llena los ojos de Will, y él se estira, colocando su mano en un
carrito médico que está entre nuestras camillas. Me extiendo, poniendo mi
mano al otro lado. Hay acero inoxidable entre nosotros, pero no importa.
Su mano todavía está en el carrito mientras lentamente comienzo a
alejarme. Hacia los nuevos pulmones. Hacia un nuevo comienzo.
Pero lejos de él.
Escucho los pasos de mis padres detrás de mí, y los de Barb y los de la
Dra. Hamid, pero miro a Will una vez más, sus ojos se encuentran con los
míos. Y en esa mirada lo veo cuando nos encontramos por primera vez en el
pasillo, pasándose los dedos por el cabello. Lo veo sosteniendo el otro
extremo del taco de billar mientras caminamos por el hospital, diciéndome
que me quede para el próximo año. Lo veo atravesar el agua en la piscina,
la luz bailando en sus ojos. Lo veo al otro lado de la mesa en su fiesta, riendo
hasta que las lágrimas corren por su rostro.
Veo la forma en que me miró cuando dijo que me amaba, hace solo
unas horas, en ese estanque helado.
Lo veo queriendo besarme.
Y ahora sonríe esa sonrisa torcida del día en que nos conocimos, esa
luz familiar que llena sus ojos, hasta que está fuera de vista. Pero sigo
oyendo su voz. Todavía escucho la voz de Abby.
Vive, Stella.