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—Él está respirando por ti —dice Abby mientras mi pecho se expande
de nuevo.
Con cada respiración que él sopla en mis pulmones, la vista frente a mí
se vuelve más y más vívida. Puedo ver su cara tornándose azul, cada
respiración dolorosa.
—Will —le susurro, observando mientras lucha para empujar el aire a
través de mi cuerpo.
—Él realmente te ama, Stell —dice Abby, observando. A medida que la
escena se agudiza, ella se desvanece.
Me vuelvo hacia ella, frenética, sintiendo nuevamente la pérdida que
me mantiene despierta por la noche. La pregunta sin respuesta.
Abby me sonríe, sacudiendo la cabeza, ya muy por delante de mí.
—No me dolió. No estaba asustada.
Respiro hondo, dejando escapar un suspiro de alivio que he estado
conteniendo durante más de un año. Mi pecho se levanta repentinamente,
y empiezo a toser, el agua sale de mi boca.
Veo como mi cuerpo, a pocos centímetros de distancia, hace
exactamente lo mismo.
Abby sonríe ahora.
—Necesito que vivas, ¿de acuerdo? Vive, Stella. Por mi.
Ella comienza a desvanecerse y me da pánico.
—¡No! ¡No te vayas! —digo, agarrándome a ella.
Me abraza fuerte, abrazándome, y puedo oler el aroma cálido y floral
de su perfume. Ella me susurra al oído:
—No voy a ir muy lejos. Siempre estaré aquí. Sólo a un centímetro de
distancia. Lo prometo.