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enfocan en la pantalla y lo deslizo hacia la derecha para leer un texto de
Stella.
AL ESCONDITE. Tú la llevas. XOXO S.
Me levanto de la cama, confundido pero curioso mientras me pongo mis
Vans blancos y abro la puerta. Un globo amarillo brillante casi me golpea en
la cara, su larga cuerda atada al pomo de la puerta. Entrecierro los ojos,
dándome cuenta de que hay algo dentro del globo en la parte inferior.
¿Una nota?
Compruebo que la costa esté despejada antes de pisar el globo para
reventarlo. Un niño que regresa a su habitación con una bolsa de papas
abierta salta casi un metro por el ruido, sus papas salen volando de la bolsa
y se dispersan por el suelo. Agarro rápidamente la nota Post-it enrollada, y
la despliego para ver un mensaje escrito con la letra de Stella.
Comienza donde nos conocimos.
¡La UCIN! Me escabullo por el pasillo, paso junto al muchacho
recogiendo sus papas fritas con resentimiento, y tomo el ascensor hasta el
quinto piso. Atravieso el puente hacia el Edificio 2, esquivando a enfermeras,
pacientes y médicos, y me dirijo a través de las puertas dobles hacia la
entrada este de la UCIN. Mirando a mi alrededor, mi cabeza vuela en todas
direcciones, buscando otra... ¡allí! Atada a una cuna vacía detrás del cristal
hay otro globo amarillo brillante. Cuidadosamente entro de puntillas,
buscando el nudo en la cuerda para desatar el globo.
Jesús, Stella. ¿Es ella una jodida marinera?
Finalmente lo deshago, y me arrastro de vuelta al pasillo, mirando a
ambos lados antes de explotarlo.
Desdoblo la nota para leer la siguiente pista.
Las rosas son rojas. ¿O son?
Frunzo el ceño, mirando fijamente el mensaje. “¿O son?”... ¡Oh! Me
imagino su cara de la otra noche, la rosa blanca metida cuidadosamente
detrás de su oreja. El jarrón. Me dirijo directamente hacia el atrio, corriendo
por los escalones del vestíbulo principal y hacia la habitación acristalada.
Abriendo las puertas, veo el globo amarillo flotando, su cuerda atada al
jarrón.
Le hago una seña al guardia de seguridad, que me mira con suspicacia
mientras saco el globo del jarrón, luchando por recuperar el aliento, mis
pulmones protestan mientras todo esto corre. Le sonrío, haciendo estallar
el globo con fuerza, y encogiéndome de hombros tímidamente por la
explicación.
—Es mi cumpleaños.
Agarro el mensaje desde el interior, abriéndolo para leer: