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—¿Estas ocupada? ¿Quieres dar un paseo? Barb no está cerca.
Coloca el teléfono sobre un montón de libros de texto frente a ella.
—No puedo en este momento. Estoy estudiando.
Mi corazón se hunde. ¿De verdad?
—Sí, vale. Solo pensé que tal vez...
—¿Qué te parece más tarde? —pregunta, la vista se acerca a ella.
—Mis amigos vendrán de visita más tarde —le digo, encogiéndome de
hombros con tristeza—. No te preocupes. Algo resolveremos. —La miro
tímidamente—. Solo estaba, ya sabes, extrañándote.
Ella me sonríe, sus ojos cálidos, su cara feliz.
—¡Eso es todo lo que quería ver! Esa sonrisa. —Me paso los dedos por
el cabello—. Todo bien. Te dejaré volver a tus libros.
Cuelgo, recostándome en mi cama y colocando mi teléfono en la
almohada.
Apenas un segundo después empieza a sonar. Lo tomo, respondiéndolo
sin siquiera mirar la pantalla para ver quién llama.
—Sabía que cambiarías de...
—¡Hey, Will! —dice una voz en el otro extremo. Es Jason.
—Jason! hola —digo, un poco molesto de que no sea Stella, pero aun
así, me alegra saber de él. Esto con Stella ha estado sucediendo tan rápido,
que realmente no he tenido la oportunidad de ponerlo al día.
—Surgió algo —dice, pero suena raro—. Lo siento, hombre. No podemos
llegar allí hoy.
¿En serio? ¿Primero Stella y ahora Jason y Hope? Los cumpleaños son
un poco escasos para mí. Pero me lo sacudo.
—Oh, sí, está bien. Lo entiendo totalmente. —Empieza a disculparse,
pero lo interrumpo—. En serio, amigo, ¡está bien! No es gran cosa.
Cuelgo, suspirando en voz alta, y mientras estoy sentado, mi mirada
cae sobre mi nebulizador. Agarro el albuterol y sacudo la cabeza,
murmurando:
—Feliz cumpleaños para mí.
Me despierto de una siesta por la noche cuando mi teléfono emite un
chirrido, señal de que ha llegado un mensaje. Me incorporo, mis ojos se