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A_Dos_Metros_de_Ti

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—La B. cepacia prospera mejor en la saliva o flema. Una tos puede

viajar tres metros. Un estornudo puede viajar hasta ochenta metros por

segundo, así que no dejes que algo vuele en compañía mixta.

Ochenta metros por segundo. Guau. Menos mal que no tengo alergias,

o todos estaríamos muertos.

—Sin saliva también significa que nada de besos. —Respira

profundamente, mirándome directamente a través de la cámara—. Nunca.

Exhalo, asintiendo solemnemente. Eso es un gran rollo. La idea de

besar a Stella es... Sacudo la cabeza

Mi ritmo cardíaco prácticamente se triplica con solo pensarlo.

—Nuestra mejor defensa es la distancia. Dos metros es la regla de oro

—dice, antes de inclinarse para recoger un taco de billar junto a su cama—

. Estos son dos metros. Dos. Metros.

Echo un vistazo al dibujo animado de nosotros, las letras rojas de

burbujas saltando hacia mí. "DOS METROS EN TODO MOMENTO.

¿Dónde diablos consiguió un taco de billar?

Ella lo sostiene, mirándolo con notable intensidad.

—Pensé mucho en el medio metro restante. Y, para ser sincera, me

enojé.

Mira a la cámara.

—Como pacientes con FQ, nos quitan mucho. Vivimos cada día de

acuerdo con los tratamientos, las píldoras.

Voy de un lado a otro, escuchando sus palabras.

—La mayoría de nosotros no podemos tener hijos, muchos de nosotros

nunca vivimos lo suficiente como para intentarlo. Solo otros con FQ saben

cómo se siente esto, pero se supone que no debemos enamorarnos el uno

del otro. —Ella se pone de pie, decidida—. Así que, después de todo lo que

la FQ me ha robado, a nosotros, le voy a robar algo.

Ella sostiene el palo de billar desafiante, luchando por cada uno de

nosotros.

—Le estoy robando quinientos milímetros. Cincuenta centímetros

enteros. Un jodido medio metro de espacio, distancia, longitud.

Me quedo mirando el video con total admiración.

—La fibrosis quística no me robará más. De ahora en adelante, yo soy

la ladrona.

Juro que escucho un grito en algún lugar en la distancia, estando de

acuerdo con ella. Ella se detiene, mirando directamente a la cámara.

Mirándome directamente a mí. Me quedo allí, aturdido, saltando cuando hay

tres fuertes golpes en mi puerta.

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