Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
Parpadeo, mirando a Barb, sus ojos se ensanchan al mismo tiempo que
los míos.
Oh… oh. Soy como un ciervo atrapado en los faros, inseguro de si debo
disparar o simplemente resignarme a lo que se avecina. Dudo mucho tiempo
y ella se acerca, me agarra del brazo y me arrastra por el pasillo hacia el
ascensor.
—Oh diablos, no.
Me quedo en silencio mientras las puertas del ascensor se abren y ella
me arrastra hacia adentro.
Presiona el botón del tercer piso, una y otra vez y otra vez, sacudiendo
la cabeza. Puedo sentir la ira literalmente irradiando de ella.
—Mira, Barb. Sé que estás molesta, pero ella estaba asustada. Solo
tenía que verla...
Las puertas se cierran y se gira para mirarme, su cara como un trueno.
—Podrías matarla, Will. Podrías arruinar cualquier oportunidad que
tuviera de conseguir pulmones nuevos.
—Ella corre más peligro con esa anestesia que conmigo. —Le devuelvo
el fuego.
—¡Incorrecto! —grita Barb mientas el ascensor se detiene lentamente,
las puertas se abren. Ella sale corriendo y la sigo, llamándola.
—¿Cuál es tu problema, Barb?
—Trevor Von y Amy Presley. Jóvenes con FQ, como tú y Stella —dice
Barb, girándose sobre sus talones para mirarme—. Amy vino aquí con B.
cepacia.
Sus ojos son serios, por lo que cierro la boca antes de hacer uno de mis
comentarios habituales y dejo que siga hablando.
—Era joven, de la edad de Julie. Nueva en esto. Nueva en la vida.
Ella mira más allá de mí, recordando un momento diferente.
—Trevor y Amy estaban enamorados. Todos conocíamos las reglas. Sin
contacto, a dos metros y medio de distancia. Y yo —se señala a sí misma—
, les dejé romper las reglas porque quería que fueran felices.
—Déjame adivinar, ¿ambos murieron? —pregunto, sabiendo el final
mucho antes de que me lo diga.
—Sí —dice, mirándome a los ojos, luchando contra las lágrimas—.
Trevor contrajo la B. cepacia de Amy. Amy vivió por otra década. Pero,
¿Trevor? Lo sacaron de la lista de trasplantes y vivió solo dos años más
después de que la bacteria le atacó la función pulmonar.
Mierda.