11.12.2020 Views

A_Dos_Metros_de_Ti

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

—¿Nuestra hija está en cirugía y quieres hablar de toallas? —Le

responde ella con su rostro lívido. Nunca he visto a Barb parecer tan

disgustada. Ella cruza los brazos, levantándose un poco más erguida

mientras observa a sus compañeros.

—Sólo quiero hablar —dice su padre en voz baja—. De cualquier cosa.

—Oh Dios mío. Me estás matando. Detente... —Su voz se desvanece

cuando ambos ven a Barb, su rostro se vuelve cada vez más enojado y más

enojado hasta que tiene la misma mirada que nos da cuando nos metemos

en problemas.

Ella respira hondo, sacando todo el aire de la habitación.

—No puedo imaginar por lo que han pasado, al perder a Abby —dice,

con una voz muy seria—. Pero Stella —señala las puertas preoperatorias,

donde en algún lugar a lo lejos, Stella está acostada en una mesa a punto

de ser operada— Stella está luchando por su vida allí. Y lo está haciendo

por ustedes.

Ambos miran hacia otro lado, avergonzados.

—¿No pueden ser amigos? Al menos sean adultos —les suelta Barb, su

voz llena de frustración.

Dang, Barb. Llévalo a la iglesia.

La madre de Stella niega con la cabeza.

—No puedo estar cerca de él. Miro su rostro y veo a Abby.

Su padre levanta la vista rápidamente, apenas mirándose la cara antes

de que desviar la mirada.

—Y yo Veo a Stella cuando te miro.

—Ustedes son sus padres. ¿Olvidaron esa parte del trato? ¿Sabían que

cuando se enteró de la cirugía, insistió en decírselos ella misma porque tenía

demasiado miedo de cómo lo tomarían? —dice Barb, mirando hacia arriba.

Dios, no es de extrañar que Stella estuviera tan obsesionada con

mantenerse viva. Estas personas perdieron a su hija y luego se perdieron

entre ellos. Si ella muriera, probablemente perderían la cabeza.

Mi padre se fue antes de que me pusiera cada vez más enfermo, antes

de que la FQ pudiera afectar mi cuerpo. No podía manejar a un hijo enfermo.

Definitivamente no podría manejar a uno muerto. ¿Pero dos?

Miro como sus padres finalmente se miran, realmente se miran, un

silencio lloroso se cierne sobre ellos.

Stella nos ha estado cuidando a todos. Su mamá, su papá, a mí. Sigo

en mi cuenta regresiva para tener dieciocho años, para ser un adulto,

llevando las riendas. Tal vez es hora de que actúe como tal. Tal vez es hora

de que me cuide.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!