2 pideme lo que quieras ahora y siempre de megan maxwell
Como soy incapaz de ocultar mis sentimientos al hombre que me dio la vida y meadora, respondo:—Papá, es todo tan complicado que..., que... me agobio.—¿Complicado?—Sí, papá..., mucho.—¿Has vuelto a discutir con Eric? —indaga mi padre sin entenderme bien.—No, papá, no. Nada de eso.—Entonces, ¿cuál es el problema, cariño?Antes de decir algo, me convenzo de que necesito hablar con él de lo que me pasa.—Papá, yo quiero estar con vosotros en Nochevieja. Deseo verte a ti, a Luz y a laloca de Raquel, pero..., pero...La cariñosa risa de mi progenitor me hace sonreír aun sin ganas.—Pero estás enamorada de Eric y también quieres estar con él, ¿verdad, cariño?—Sí, papá, y me siento fatal por ello —susurro mientras observo que dos azafatasse ponen en la puerta de embarque por la que tengo que entrar en el avión.—¿Sabes, morenita? Cuando yo conocí a tu madre, ella vivía en Barcelona y, comobien sabes, yo en Jerez, y te aseguro que lo que te pasa a ti, yo lo he sentido anteriormente,y el consejo que te puedo dar es que te dejes llevar por el corazón.—Pero, papá, yo...—Escúchame y calla, mi vida. Tanto Luz como tu hermana o yo sabemos que nosquieres. Te vamos a tener y a querer el resto de nuestras vidas, pero tu camino ha decomenzar como antes comenzó el mío y después el de tu hermana cuando se casó. Séegoísta, miarma. Piensa en lo que tú quieres y en lo que deseas. Y si en este momento tucorazón te pide que te quedes en Alemania con Eric, ¡hazlo! ¡Disfrútalo! Porque si lo hacesyo estaré más feliz que si te tengo aquí a mi lado triste y ojerosa.—Papa..., qué romanticón eres —sollozo, conmovida por sus palabras.—¡Ea, ea!, morenita.—¡Aisss, papá! —lloro con emoción—. Eres el mejor..., el mejor.Su bondad vuelve a llenarme el alma cuando lo oigo decir:—Eres mi niña y te conozco mejor que nadie en el mundo, y yo sólo quiero que seasfeliz. Y si tu felicidad está con ese alemán que te saca de tus casillas, ¡bendito sea Dios! Séfeliz y disfruta de la vida. Yo sé que me quieres, y tú sabes que yo te quiero. ¿Dónde está elproblema? Da igual que estés en Alemania o a mi lado para saber que nos tendremos el unoal otro el resto de nuestras vidas. Porque tú eres mi morenita, y eso, ni la distancia, ni Eric,ni nada, lo va a cambiar. —Emocionada por sus palabras, lloro, y él sigue—: Vamos...,vamos..., no me llores, que entonces me pongo nervioso y me sube la tensión. Y tú noquieres eso, ¿verdad?Su pregunta me hace soltar una risotada cargada de lágrimas. Mi padre es grande.¡Muy grande!—Vamos a ver, mi niña, ¿por qué no te quedas en Alemania y pasas la Nocheviejaalegre y feliz? Éste es el comienzo de la vida que habías planeado hace poco y creo queempezarla en Navidades será siempre un bonito recuerdo para vosotros, ¿no crees?—Papá..., ¿de verdad que no te importa?—Por supuesto que no, mi vida. Por lo tanto, sonríe y ve en busca de Eric. Dale unsaludo de mi parte y, por favor, sé feliz para que yo lo pueda ser también, ¿de acuerdo?—De acuerdo, papá. —Y antes de colgar, añado—: Mañana por la noche osllamaré. Te quiero, papá. Te quiero mucho.
—Yo también te quiero, morenita.Conmovida, emocionada y con mil sensaciones en mi interior, cierro el móvil y melimpio las lágrimas. Durante varios minutos permanezco sentada mientras mi cabeza piensaen qué debo hacer. ¿Papá o Eric? ¿Eric o papá? Al final, cuando la gente de mi vuelocomienza a embarcar, agarro la mochila y tengo muy claro dónde tengo que ir. En busca demi amor.
- Page 20 and 21: Mi padre asiente, resopla y me suel
- Page 22 and 23: 4Por la tarde, al llegar a Jerez, m
- Page 24 and 25: Cuando el desespero comienza a frag
- Page 26 and 27: ¿Qué narices voy a hacer?Enajenad
- Page 28 and 29: Me abro de piernas y dejo volar mi
- Page 30 and 31: —¿Y por qué han venido dos novi
- Page 32 and 33: —Eric..., lo nuestro se acabó.
- Page 35 and 36: 6Tras despedirme de mi familia me m
- Page 37 and 38: —No voy a permitir que sigas trab
- Page 39 and 40: cama contigo. No te lo mereces.Asie
- Page 41 and 42: 7Por la mañana, cuando me levanto,
- Page 43 and 44: hacer lo mismo. Por lo tanto, lo he
- Page 45 and 46: 8En Alemania ha caído una gran nev
- Page 47 and 48: Ésta se encuentra parcialmente vac
- Page 49 and 50: coge mi equipaje y sale de nuevo al
- Page 51 and 52: —¿Y por qué no me habías dicho
- Page 53 and 54: incomodidad es tan de mi Iceman que
- Page 55 and 56: me aclara:—Mi padre y ella se div
- Page 57 and 58: 10Quince minutos después, los tres
- Page 59 and 60: que ¡me encanta! Durante unos minu
- Page 61 and 62: 11Mientras los hombres se duchan tr
- Page 63 and 64: —Pero ¿no íbamos a saludar a la
- Page 65 and 66: Su comentario me resulta gracioso,
- Page 67 and 68: algo que me deja atónita.—¿Chur
- Page 69: Y antes de que ninguno pueda decir
- Page 73 and 74: por ver su cara cuando me vea.Incap
- Page 75 and 76: —Estás preciosa, pequeña.Su ges
- Page 77 and 78: fin, deja que culmine y llegue al c
- Page 79 and 80: 14Cuando me despierto por la mañan
- Page 81 and 82: Quiero hablar, protestar, pero mi g
- Page 83 and 84: 15Ataviada con un bonito vestido ro
- Page 85 and 86: Sin que pueda apartar mis ojos de e
- Page 87 and 88: —Los alemanes, después de la cen
- Page 89 and 90: 16Los días pasan y estar junto a E
- Page 91 and 92: —Bueno, ¿qué te parece Múnich?
- Page 93 and 94: 17Una tormenta toma el cielo de Mú
- Page 95 and 96: —¿Para consultarlo? —repito, s
- Page 97 and 98: Sonrío. ¡SEXO!Con curiosidad, abr
- Page 99 and 100: —¿Seguro, pequeña?—Sí —jad
- Page 101 and 102: Un nuevo trueno nos hace regresar a
- Page 103 and 104: —He estado muy ocupado.Jurgen no
- Page 105 and 106: Su voz de niño de las tinieblas me
- Page 107 and 108: ganas que tengo de hacer el amor co
- Page 109 and 110: En este instante, Simona le entrega
- Page 111 and 112: diferente. He aceptado que metieras
- Page 113 and 114: 20Con la tensión a tropecientos mi
- Page 115 and 116: —¿Dónde estás?Como no sé real
- Page 117 and 118: calma:—Tranquilo, Susto, no pasa
- Page 119 and 120: —Jud...De un tirón, le bajo el p
Como soy incapaz de ocultar mis sentimientos al hombre que me dio la vida y me
adora, respondo:
—Papá, es todo tan complicado que..., que... me agobio.
—¿Complicado?
—Sí, papá..., mucho.
—¿Has vuelto a discutir con Eric? —indaga mi padre sin entenderme bien.
—No, papá, no. Nada de eso.
—Entonces, ¿cuál es el problema, cariño?
Antes de decir algo, me convenzo de que necesito hablar con él de lo que me pasa.
—Papá, yo quiero estar con vosotros en Nochevieja. Deseo verte a ti, a Luz y a la
loca de Raquel, pero..., pero...
La cariñosa risa de mi progenitor me hace sonreír aun sin ganas.
—Pero estás enamorada de Eric y también quieres estar con él, ¿verdad, cariño?
—Sí, papá, y me siento fatal por ello —susurro mientras observo que dos azafatas
se ponen en la puerta de embarque por la que tengo que entrar en el avión.
—¿Sabes, morenita? Cuando yo conocí a tu madre, ella vivía en Barcelona y, como
bien sabes, yo en Jerez, y te aseguro que lo que te pasa a ti, yo lo he sentido anteriormente,
y el consejo que te puedo dar es que te dejes llevar por el corazón.
—Pero, papá, yo...
—Escúchame y calla, mi vida. Tanto Luz como tu hermana o yo sabemos que nos
quieres. Te vamos a tener y a querer el resto de nuestras vidas, pero tu camino ha de
comenzar como antes comenzó el mío y después el de tu hermana cuando se casó. Sé
egoísta, miarma. Piensa en lo que tú quieres y en lo que deseas. Y si en este momento tu
corazón te pide que te quedes en Alemania con Eric, ¡hazlo! ¡Disfrútalo! Porque si lo haces
yo estaré más feliz que si te tengo aquí a mi lado triste y ojerosa.
—Papa..., qué romanticón eres —sollozo, conmovida por sus palabras.
—¡Ea, ea!, morenita.
—¡Aisss, papá! —lloro con emoción—. Eres el mejor..., el mejor.
Su bondad vuelve a llenarme el alma cuando lo oigo decir:
—Eres mi niña y te conozco mejor que nadie en el mundo, y yo sólo quiero que seas
feliz. Y si tu felicidad está con ese alemán que te saca de tus casillas, ¡bendito sea Dios! Sé
feliz y disfruta de la vida. Yo sé que me quieres, y tú sabes que yo te quiero. ¿Dónde está el
problema? Da igual que estés en Alemania o a mi lado para saber que nos tendremos el uno
al otro el resto de nuestras vidas. Porque tú eres mi morenita, y eso, ni la distancia, ni Eric,
ni nada, lo va a cambiar. —Emocionada por sus palabras, lloro, y él sigue—: Vamos...,
vamos..., no me llores, que entonces me pongo nervioso y me sube la tensión. Y tú no
quieres eso, ¿verdad?
Su pregunta me hace soltar una risotada cargada de lágrimas. Mi padre es grande.
¡Muy grande!
—Vamos a ver, mi niña, ¿por qué no te quedas en Alemania y pasas la Nochevieja
alegre y feliz? Éste es el comienzo de la vida que habías planeado hace poco y creo que
empezarla en Navidades será siempre un bonito recuerdo para vosotros, ¿no crees?
—Papá..., ¿de verdad que no te importa?
—Por supuesto que no, mi vida. Por lo tanto, sonríe y ve en busca de Eric. Dale un
saludo de mi parte y, por favor, sé feliz para que yo lo pueda ser también, ¿de acuerdo?
—De acuerdo, papá. —Y antes de colgar, añado—: Mañana por la noche os
llamaré. Te quiero, papá. Te quiero mucho.