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2 pideme lo que quieras ahora y siempre de megan maxwell

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algo que me deja atónita.

—¿Churros? ¿Esto son churros?

Él asiente con una grata sonrisa mientras cojo uno, lo mojo en azúcar y le doy un

mordisco.

—¡Mmm, qué rico! —Y al mirar mis dedos, susurro—: Con su grasita y todooooo.

La carcajada de Eric retumba en la habitación.

¡Oh, Dios!, comer un churro en Alemania es como poco ¡alucinante!

—Pero ¿dónde has comprado esto? —inquiero, aún sorprendida.

Con una megagigante sonrisa, Eric coge otro churro y le da un mordisco.

—Le comenté a Simona que los churros eran algo muy típico en España y que te

gustaban mucho para desayunar. Y ella, no sé cómo, te los ha hecho.

—¡Vaya, qué pasada! —exclamo, encantada—. Cuando le cuente a mi padre que he

desayunado café con churros en Alemania se va a quedar a cuadros.

Eric sonríe y yo también mientras comenzamos a comer churros. Cuando me voy a

limpiar con la servilleta, al cogerla, el anillo que le devolví a Eric en la oficina aparece ante

mí.

—Vuelves a ser mi novia y quiero que lo lleves.

Lo miro. Me mira. Sonrío. Sonríe, y mi loco amor coge el anillo y me lo pone en el

dedo. Después, me da un beso en la mano y murmura con voz ronca:

—Vuelves a ser toda mía.

Mi cuerpo se calienta. Lo adoro. Lo beso en los labios y, cuando me separo de él,

cuchicheo:

—Por cierto, novio mío —sonríe—, ¿puedo preguntarte algo de Flyn?

—Por supuesto.

Tras tragar el rico churro, clavo mi mirada en él y pregunto:

—¿Por qué no me habías dicho que tu sobrino Flyn es chino?

Eric suelta una carcajada.

—No es chino. Es alemán. No lo llames chino, o lo enfadarás mucho. No sé por qué

odia esa palabra. Mi hermana Hannah se fue a vivir a Corea durante dos años. Allí conoció

a Lee Wan. Cuando se quedó embarazada, Hannah decidió regresar a Alemania para tener a

Flyn aquí. Por lo tanto, ¡es alemán!

—¿Y el padre de Flyn?

Eric tuerce el gesto.

—Era un hombre casado y nunca quiso saber nada de él. —Hago una señal de

asentimiento, y sin yo esperarlo, él continúa—: Tuvo un padre en Alemania durante dos

años. Mi hermana salió con un tipo llamado Leo. El crío lo adoraba, pero cuando ocurrió lo

de mi hermana, ese imbécil no quiso volver a saber nada de él. Me dejó claro lo que

siempre había pensado: estaba con mi hermana por su dinero.

Decido no preguntar más. No debo. Sigo comiendo, y Eric me besa en la frente.

Durante unos segundos nos miramos y sé que ha llegado el momento de hablar sobre lo que

me ronda por la cabeza. Antes, tomo un sorbo de café.

—Eric, mañana es Nochevieja, y yo...

No me deja continuar.

—Sé lo que vas a decir —asegura, poniendo un dedo en mi boca—. Quieres

regresar a España para pasar la Nochevieja con tu familia, ¿verdad?

—Sí. —Eric asiente, y yo prosigo—: Creo que debería irme hoy. Mañana es

Nochevieja y..., bueno, tú me entiendes.

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