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2 pideme lo que quieras ahora y siempre de megan maxwell

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Eric me mira. Mi padre me mira. Yo pestañeo y les aclaro:

—A mí no me miréis. Tras lo que he visto, no quiero tener hijos ¡ni loca!

Una hora después, Raquel está en una preciosa habitación y los tres vamos a

visitarla. La pequeña Lucía es preciosa, y a Eric se le cae la baba mirándola.

Lo miro boquiabierta. ¿Desde cuándo es tan niñero? Tras pedir permiso a mi

hermana, coge a la pequeña con delicadeza y me dice:

—Cariño, ¡yo quiero una!

Mi padre sonríe. Mi hermana igual, y yo muy seriamente respondo:

—¡Ni loca!

Por la noche mi padre se empeña en quedarse con mi hermana y mi sobrinita en el

hospital. Le llamo Papá Pato cuando me despido de él, y se ríe. Cuando regresamos Eric y

yo solos en el coche estoy cansada. Eric conduce en silencio mientras suena una canción

alemana en la radio, y yo miro encantada por la ventana. De pronto, cuando llegamos a la

urbanización, Eric para el coche a la derecha.

—Baja del coche.

Pestañeo y me río.

—Venga, Eric. ¿Qué quieres?

—Baja del coche, pequeña.

Divertida, le hago caso. Sé lo que va a hacer. Entonces, comienza a sonar Blanco y

negro de Malú, y Eric, tras subir el volumen de la música a tope, se planta delante de mí y

me pregunta:

—¿Bailas conmigo?

Sonrío y paso las manos alrededor de su cuello. Eric me acerca a su cuerpo mientras

la voz de Malú dice:

Tú dices blanco, yo digo negro.

Tú dices voy, yo digo vengo.

Miro la vida en colores, y tú en blanco y negro.

—¿Sabes, pequeña?

—¿Qué, grandullón?

—Hoy al ver a la pequeña Lucía he pensado que...

—No... ¡Ni se te ocurra pedírmelo! ¡Me niego!

¡Joder! Al decir esto último me he recordado a mi hermana. ¡Qué horror! Eric

sonríe, me abraza todavía más fuerte contra él y murmura:

—¿No te gustaría tener una niña a la que enseñar motocross?

Me río y respondo:

—No.

—¿Y un niño al que enseñar a montar en skateboard?

—No.

Continuamos bailando.

—Nunca hemos hablado de esto, pequeña. Pero ¿no quieres que tengamos hijos?

¡Por todos los santos!, ¿qué hacemos hablando de este tema? Y mirándolo,

cuchicheo:

—¡Oh, Dios, Eric! Si hubieras visto lo que yo he visto, entenderías que no quiera

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