2 pideme lo que quieras ahora y siempre de megan maxwell
Björn nos mira, y Eric le pide:—Necesito que saques con urgencia a todos de la casa y te los lleves.Björn sonríe y nos guiña un ojo.—Dadme tres minutos.—Uno —responde Eric.Sonrío. Éste es el exigente Eric que me vuelve loca.En apenas treinta segundos, entre risas, todos se marchan mientras yo sigo en losbrazos de Eric y les digo adiós consciente de que saben lo que vamos a hacer. Mi padre miguiña un ojo, y yo le tiro un beso.Cuando entramos en la casa y estamos solos, el silencio del hogar nos envuelve.Eric me deja en el suelo.—Comienza tu castigo. Ve a la cama y desnúdate.—Pequeña...—Ve a la cama... —exijo.Sorprendido, levanta las cejas, después las manos y desaparece por el pasillo. Conlas pulsaciones a mil, miro las cajas que aún no he deshecho. Miro las etiquetas y cuandoencuentro lo que quiero lo saco y, divertida, corro al baño.Cuando salgo y entro en la habitación, Eric mira asombrado. Voy vestida con midisfraz de poli malota. ¡Por fin lo estreno con él!Lo miro. Me doy una vueltecita mostrándole las vistas que aquel disfraz da mientrasme coloco la gorra y las gafas. Eric me devora con la mirada. Con chulería camino hasta miequipo de música, meto un CD y de pronto la cañera guitarra de los AC/DC rasga elsilencio de la casa. Comienzan los acordes de Highway to Hell, una canción que sé que legusta.Sonríe, sonrío, y como una tigresa camino hacia él. Saco la porra que llevo en elcinturón y me planto ante el amor de mi vida.—Has sido muy malo, Iceman.—Lo asumo, señora policía.Doy dos golpes en mi mano con la porra.—Como castigo, ya sabes lo que quiero.Eric suelta una carcajada, y antes de que pueda hacer o decir nada más, mi amor, miloco amor alemán, me tiene bajo su cuerpo y, con una sensualidad que me enloquece,susurra:—Primera fantasía. Abre las piernas, pequeña.Cierro los ojos. Sonrío y hago lo que me pide, dispuesta a ser su fantasía.
EpílogoMúnich... dos meses después—¡Corre, Judith!, comienza «Locura esmeralda» —grita Simona.Al oírla miro a Eric, a mi sobrina y a Flyn. Estamos en la piscina y, ante la risa demi alemán, digo:—En media hora regreso.—Tita, ¡no te vayas! —gruñe mi sobrina.—Tía Jud...Secándome con la toalla miro a los pequeños, que están en el agua, y les indico:—Vuelvo en seguida, pesaditos.Eric me agarra. No quiere que me vaya. Desde que he regresado no se sacia de mí.—Venga, quédate con nosotros, cielo.—Cariño —murmuro, besándolo—. No me lo puedo perder. Hoy EsmeraldaMendoza va a descubrir quién es su verdadera madre, y la serie se acaba. ¿Cómo me lo voya perder?Mi alemán suelta una carcajada y me da un beso.—Anda ve.Con una sonrisa en los labios dejo a mis tres amores en la piscina y corro en buscade Simona. La mujer ya me espera en la cocina. Cuando llego me siento junto a ella, queme da un kleenex. Comienza «Locura esmeralda». Nerviosas vemos cómo EsmeraldaMendoza descubre que su madre es la enfermiza heredera del rancho «Los Guajes». Somostestigos de cómo la maltrecha mujer abraza a su hija mientras Simona y yo lloramos comodos magdalenas. Al final se hace justicia: la familia de Carlos Alfonso Halcones de SanJuan se arruina, y Esmeralda Mendoza, la que fuera su criada, es la gran heredera deMéxico. ¡Casi ná!Ensimismadas, vemos cómo Esmeralda, junto a su hijo, va en busca de su único yverdadero amor, Luis Alfredo Quiñones. Cuando él la ve llegar, sonríe, le abre los brazos, yella se refugia en ellos. ¡Momentazo! Simona y yo sonreímos emocionadas y, cuandocreemos que la serie acaba, de pronto alguien dispara a Luis Alfredo Quiñones y las dosabrimos los ojos como platos cuando pone en la pantalla: «Continuará».—¡Continuará! —gritamos las dos con los ojos bien abiertos.Nos miramos y, al final, reímos. «Locura esmeralda» sigue, y con ella, nosotras conseguridad cada día.Simona se va a preparar la comida, y yo voy a ir a la piscina, pero me encuentro a
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Epílogo
Múnich... dos meses después
—¡Corre, Judith!, comienza «Locura esmeralda» —grita Simona.
Al oírla miro a Eric, a mi sobrina y a Flyn. Estamos en la piscina y, ante la risa de
mi alemán, digo:
—En media hora regreso.
—Tita, ¡no te vayas! —gruñe mi sobrina.
—Tía Jud...
Secándome con la toalla miro a los pequeños, que están en el agua, y les indico:
—Vuelvo en seguida, pesaditos.
Eric me agarra. No quiere que me vaya. Desde que he regresado no se sacia de mí.
—Venga, quédate con nosotros, cielo.
—Cariño —murmuro, besándolo—. No me lo puedo perder. Hoy Esmeralda
Mendoza va a descubrir quién es su verdadera madre, y la serie se acaba. ¿Cómo me lo voy
a perder?
Mi alemán suelta una carcajada y me da un beso.
—Anda ve.
Con una sonrisa en los labios dejo a mis tres amores en la piscina y corro en busca
de Simona. La mujer ya me espera en la cocina. Cuando llego me siento junto a ella, que
me da un kleenex. Comienza «Locura esmeralda». Nerviosas vemos cómo Esmeralda
Mendoza descubre que su madre es la enfermiza heredera del rancho «Los Guajes». Somos
testigos de cómo la maltrecha mujer abraza a su hija mientras Simona y yo lloramos como
dos magdalenas. Al final se hace justicia: la familia de Carlos Alfonso Halcones de San
Juan se arruina, y Esmeralda Mendoza, la que fuera su criada, es la gran heredera de
México. ¡Casi ná!
Ensimismadas, vemos cómo Esmeralda, junto a su hijo, va en busca de su único y
verdadero amor, Luis Alfredo Quiñones. Cuando él la ve llegar, sonríe, le abre los brazos, y
ella se refugia en ellos. ¡Momentazo! Simona y yo sonreímos emocionadas y, cuando
creemos que la serie acaba, de pronto alguien dispara a Luis Alfredo Quiñones y las dos
abrimos los ojos como platos cuando pone en la pantalla: «Continuará».
—¡Continuará! —gritamos las dos con los ojos bien abiertos.
Nos miramos y, al final, reímos. «Locura esmeralda» sigue, y con ella, nosotras con
seguridad cada día.
Simona se va a preparar la comida, y yo voy a ir a la piscina, pero me encuentro a