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2 pideme lo que quieras ahora y siempre de megan maxwell

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A la mañana siguiente, cuando bajo a la cocina, están sentadas a la mesa Marta, Eric

y Sonia. Discuten. Cuando yo entro, se callan, y eso me hace sentir fatal.

Simona, con cariño, me prepara una taza de café. Con su mirada me pide

tranquilidad. Conoce a Eric y sabe que está furioso, y me conoce a mí. Cuando me siento a

la mesa miro a Eric y pregunto:

—¿Cómo está Flyn?

Con una mirada dura que no me gusta, sisea:

—Gracias a ti, dolorido.

Sonia mira a su hijo y gruñe:

—¡Maldita sea, Eric!, no es culpa de Judith. ¿Por qué te empeñas en culpabilizarla?

—Porque ella sabía que no debía enseñarle a utilizar el skate. Por eso la culpabilizo

—responde, furioso.

Me tiemblan las piernas. No sé qué decir.

—Pero ¿tú eres tonto o te lo haces? —interviene Marta.

—Marta... —sisea Eric.

—¿Qué es eso de que ella no debía? Pero ¿no ves que el niño ha cambiado gracias a

ella? ¿No ves que Flyn ya no es el niño introvertido que era antes de que ella llegara? —

Eric no responde, y Marta continúa—: Deberías darle las gracias por ver a Flyn sonreír y

comportarse como un crío de su edad. Porque, ¿sabes, hermanito?, los críos se caen, pero se

levantan y aprenden, algo que por lo visto tú todavía no has aprendido.

No responde. Se levanta y sin mirarme se marcha de la cocina. Mi corazón se

encoge, pero tras echar una mirada a las tres mujeres que me observan, murmuro:

—Tranquilas, hablaré con él.

—Dale un pescozón. Es lo que se merece —sisea Marta.

Sonia me mira, toca mi mano y murmura:

—No te culpabilices de nada, tesoro. Tú no tienes la culpa de nada. Ni siquiera de

tener la moto de Hannah y salir con Jurgen y sus amigos.

—Tenía que habérselo dicho —declaro.

—Sí, claro, ¡como si fuera tan fácil decirle algo a don Gruñón! —protesta Marta—.

Demasiada paciencia tienes con él. Mucho le tienes que querer porque, si no, es

incomprensible que lo soportes. Yo lo quiero, es mi hermano, pero te aseguro que no lo

soporto.

—Marta... —susurra Sonia—, no seas tan dura con Eric.

Se levanta y se enciende un cigarrillo. Yo le pido otro. Necesito fumar.

Cuando salgo de la cocina veinte minutos después, me acerco hasta la puerta del

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