2 pideme lo que quieras ahora y siempre de megan maxwell

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De: Eric ZimmermanFecha: 6 de marzo de 2013 02.30Para: Judith FloresAsunto: Dime que sí¿Te apetece una copa de Moët Chandon rosado? Te espero en el despacho.Eric. Un loco, apasionado y atormentado gilipollas.Suelto una carcajada. Adoro que me haga reír.Pasa más de media hora. Leo los e-mails como cien veces y cien veces sonrío. Novuelve a enviar ninguno más. Las tripas me rugen. Tengo hambre. Camino hacia la cocina yal entrar me encuentro a Eric sentado a la mesa ante la botella de Möet Chandon rosadojunto a Susto. El perro se acerca a mí y me saluda. Yo le toco su huesuda cabecita y Eric memira. Sabe que he leído los e-mails y espera que yo dé el segundo paso. Yo retiro la vista.No quiero mirarlo o le abrazaré.Camino hacia el frigorífico y, cuando voy a abrirlo, noto el cuerpo de mi amordetrás de mí. Se me eriza todo el vello del cuerpo. No me muevo. No respiro. Siento cómopasa sus fuertes manos por mi cintura; me pega a su cuerpo y, cuando cierro los ojos yapoyo mi nuca en su pecho, murmura en mi oído:—No quiero. No puedo. No deseo estar enfadado contigo.—Yo tampoco.Silencio. Estoy tan emocionada porque me abrace que no puedo hablar. Ericmordisquea el lóbulo de mi oreja.—Nunca caería en el juego de Amanda. Te quiero demasiado como para perderte.Sus palabras me enloquecen. Sigo sin moverme, y entonces me da la vuelta. Consus manos coge mi rostro y besa mi frente, mis ojos, las mejillas, la punta de la nariz, labarbilla, y cuando va a besarme la boca, hace eso que tanto me gusta. Chupa mi labiosuperior, después el inferior, me da un mordisquito, y luego asalta mi boca. Con su manome coge por la nuca mientras yo salto para estar a su altura. Me agarra con sus fuertesbrazos y no me suelta. Cuando separa su boca de la mía, me mira y murmura:—Ahora y siempre. No lo olvides pequeña.Asiento y lo beso. Lo deseo. Sin más y en sus brazos, llegamos hasta nuestrahabitación. Allí mi amor, mi loco amor, echa el pestillo en tanto yo me desnudo sin dejar demirarle. Sobre la cama, instantes después, hacemos el amor como nos gusta. Fuerte ysalvaje.

35No volvemos a comentar nada del tema boda. Se lo agradezco. A pesar del amorque nos tenemos, somos dos titanes y nuestros encontronazos sé que nos asustan. Nosdesorientan. Sé por Eric que Amanda se marcha de nuevo a Londres. Cuanto más lejos estéde mí, mejor.Simona y yo seguimos disfrutando de «Locura esmeralda». Estoy enganchadísimaal culebrón. Eric, cuando se entera, se mofa de mí. No puede creer que yo esté enganchadaa algo así. Yo tampoco. Pero lo cierto es que deseo que Carlos Alfonso Halcones de SanJuan reciba su merecido a manos de Luis Alfredo Quiñones, y que Esmeralda Mendozarecupere a su bebé, se case con su amor y sea por fin feliz. ¡Pa matarme!Una tarde, cuando llega Eric a casa, estoy trabajando en mi moto. Cuando oigo elcoche rápidamente le echo el plástico azul por encima y salgo del garaje. Corro a mihabitación, pero antes me lavo las manos. Él no se percata de nada. Donde está la moto nose ve, ya aunque yo respiro aliviada, cada día me es más difícil ocultarle el secreto. Miconciencia me dice que hago mal. Me martirizo, pero no sé cómo decírselo.El sábado, Eric y yo nos dirigimos por la noche a la fiestecita privada del Natch. Porfin voy a conocer ese conocido bar de intercambio de parejas. Cuando entramos Eric mepresenta a Heidi y Luigi. Frida y Andrés se unen a nosotros, y poco después, Björn llegacon una amiga. Divertidos, tomamos algo cuando veo que aparece Dexter. Me saluda y enmi oído murmura:—Diosa, qué chévere. Muero por verte sometida entre dos hombres.Mi estómago se contrae, y Eric, al imaginar lo que me ha dicho el otro, sonríe.Una copa tras otra, y el local se llena de gente. Todos parecen conocerse y charlancon afabilidad. Le he prohibido a Eric que mencione que soy española. No soporto quenadie más diga aquello de «¡olé, paella, torero!». Eric, risueño, me propone bailar. Accedo.Entramos en un cuarto oscuro con una escasa luz violeta.—No te soltaré. Tranquila.Suena Cry me a river en la voz de Michael Bublé. Eric me besa, y yo disfruto de sucercanía. Bailamos casi a oscuras. Noto su excitación entre mis piernas y en cómo besa micuello. De pronto siento unas manos detrás de mí. Alguien me toca la cintura. No veo surostro. Pero rápidamente sé quién es cuando escucho en mi oído:—Suena nuestra canción, preciosa.Sonrío. Es Björn. Al compás de la música bailamos como hicimos aquel día en sucasa, mientras yo dejo que sus manos vuelen por todo mi cuerpo. Sexy. Aquella canción essexy, excitante, y mis dos hombres me vuelven loca. Eric me besa, y con posesión mete sumano por debajo de mi vestido, llega hasta mi tanga y de un tirón lo arranca. Sonrío, y más

De: Eric Zimmerman

Fecha: 6 de marzo de 2013 02.30

Para: Judith Flores

Asunto: Dime que sí

¿Te apetece una copa de Moët Chandon rosado? Te espero en el despacho.

Eric. Un loco, apasionado y atormentado gilipollas.

Suelto una carcajada. Adoro que me haga reír.

Pasa más de media hora. Leo los e-mails como cien veces y cien veces sonrío. No

vuelve a enviar ninguno más. Las tripas me rugen. Tengo hambre. Camino hacia la cocina y

al entrar me encuentro a Eric sentado a la mesa ante la botella de Möet Chandon rosado

junto a Susto. El perro se acerca a mí y me saluda. Yo le toco su huesuda cabecita y Eric me

mira. Sabe que he leído los e-mails y espera que yo dé el segundo paso. Yo retiro la vista.

No quiero mirarlo o le abrazaré.

Camino hacia el frigorífico y, cuando voy a abrirlo, noto el cuerpo de mi amor

detrás de mí. Se me eriza todo el vello del cuerpo. No me muevo. No respiro. Siento cómo

pasa sus fuertes manos por mi cintura; me pega a su cuerpo y, cuando cierro los ojos y

apoyo mi nuca en su pecho, murmura en mi oído:

—No quiero. No puedo. No deseo estar enfadado contigo.

—Yo tampoco.

Silencio. Estoy tan emocionada porque me abrace que no puedo hablar. Eric

mordisquea el lóbulo de mi oreja.

—Nunca caería en el juego de Amanda. Te quiero demasiado como para perderte.

Sus palabras me enloquecen. Sigo sin moverme, y entonces me da la vuelta. Con

sus manos coge mi rostro y besa mi frente, mis ojos, las mejillas, la punta de la nariz, la

barbilla, y cuando va a besarme la boca, hace eso que tanto me gusta. Chupa mi labio

superior, después el inferior, me da un mordisquito, y luego asalta mi boca. Con su mano

me coge por la nuca mientras yo salto para estar a su altura. Me agarra con sus fuertes

brazos y no me suelta. Cuando separa su boca de la mía, me mira y murmura:

—Ahora y siempre. No lo olvides pequeña.

Asiento y lo beso. Lo deseo. Sin más y en sus brazos, llegamos hasta nuestra

habitación. Allí mi amor, mi loco amor, echa el pestillo en tanto yo me desnudo sin dejar de

mirarle. Sobre la cama, instantes después, hacemos el amor como nos gusta. Fuerte y

salvaje.

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