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2 pideme lo que quieras ahora y siempre de megan maxwell

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—Sí, pequeña.

Nos dirigimos a la mesa y Eric, con galantería, retira la silla para que me siente, y

cuando lo hago, me besa el hombro desnudo. Ambos sonreímos, y toma asiento frente a mí,

justo al lado de mi padre y Flyn.

De pronto, mi hermana, que está sentada a mi lado, cuchichea:

—Cuchufleta, ¿te puedo hacer una pregunta?

—Y cincuenta —contesto.

Raquel mira con disimulo a su izquierda y, aproximándose de nuevo a mí,

murmura:

—Estoy perdida con tanto tenedor, tanto cuchillo y tanta gaita. Lo de los cubiertos,

¿cómo se usaba?, ¿de fuera adentro o de dentro afuera?

La entiendo perfectamente. Yo aprendí el protocolo en las comidas de empresa. En

nuestra casa, como en la gran mayoría de las casas del mundo, sólo utilizamos un cuchillo y

un tenedor para toda la comida. Sonrío y respondo:

—De fuera adentro.

Con rapidez observo que se lo indica a mi padre, y éste, aliviado, asiente. ¡Qué

mono es! Yo sonrío cuando mi hermana vuelve al ataque:

—¿Y cuál es mi pan?

Miro los cacitos que hay frente a nosotras y respondo:

—El de la izquierda.

Raquel sonríe de nuevo. Eric se da cuenta de todo, me mira con complicidad, y yo

me pongo bizca. Su carcajada me toca el alma tanto como sé que mi gesto a él el corazón.

Por la noche, tras una velada estupenda, en la que me cantan el cumpleaños feliz y

me hacen preciosos regalos, cuando regresamos a casa, todos estamos encantados y

agotados. Sonia es una estupenda organizadora de fiestas y lo ha dejado patente.

Todos se acuestan, y Eric y yo entramos en nuestra habitación y cerramos la puerta.

Sin encender las luces, nos miramos. La luz de la farola que entra por la ventana es lo único

que nos deja ver nuestros rostros. Incapaz de permanecer más tiempo sin tocarlo, me acerco

a él y, mimosa, le paso mis brazos por el cuello mientras le susurro:

—Pídeme lo que quieras, ahora y siempre.

Eric me besa, asiente y, sobre mi boca, repite:

—Ahora y siempre.

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