04.12.2020 Views

2 pideme lo que quieras ahora y siempre de megan maxwell

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

—Gracias, Sonia. Has sido muy amable por recibirnos a todos.

La mujer sonríe y, señalando al pequeño Flyn, murmura:

—¿Te ha gustado su regalo?

Me toco el cuello y se lo enseño.

—Es precioso.

Sonia sonríe y cuchichea:

—Quiero que sepas que el otro día, cuando mi nieto me llamó por teléfono para

pedirme que lo llevara a un centro comercial y le ayudara a comprarte un regalo de

cumpleaños, no me lo podía creer. ¡Salté de alegría! Me emocionó que me llamara y me

pidiera ayuda. Es la primera vez que lo hace. Y en el camino, conversó conmigo como no

lo había hecho nunca. Incluso me preguntó por su madre y si quería que me llamara

«abuela».

La mujer se emociona, y tras mover la cabeza en señal de «¡no quiero llorar!»,

prosigue:

—También me dijo lo feliz que está porque tú estás viviendo con él.

—¿En serio?

—Sí, cielo. No me caí de culo porque estaba sentada.

Ambas nos reímos, y Sonia, emocionada, indica:

—Te lo dije una vez cuando te conocí: eres lo mejor que le ha podido ocurrir a Eric.

—Y tu hijo es lo mejor que me ha podido ocurrir a mí —insisto.

Sonia cabecea. Asiente y cuchichea.

—Este hijo mío, con lo cabezota y mandón que es, ha tenido mucha suerte por

encontrarte. Y Flyn, ya ni te cuento. Eres perfecta para ellos. —Sonrío, y dice—: Por cierto,

Jurgen me ha dicho que eres una maravillosa corredora de motocross. Estoy deseando ir un

día a verte. ¿Cuándo te apuntarás a una carrera?

Me encojo de hombros. De momento, no me he apuntado a nada. No quiero que

Eric se entere.

—Cuando lo haga, te avisaré. Y gracias por la moto. ¡Es estupenda!

Ambas nos reímos.

—A riesgo de la bronca que me caerá cuando Eric se entere y del enfado que se

cogerá conmigo, me alegra saber que te lo pasas genial. Estoy segura de que Hannah estará

sonriendo al ver que su querida moto vuelve a tener vida y que está bien cuidada en tu casa.

«Mi casa». Qué bien suenan esas palabras. No he discutido de nuevo con Eric por

aquello. Tras la última discusión nunca más ha vuelto a referirse a su casa como tal, y ahora

Sonia hace lo mismo. Emocionada, le doy un beso.

—Ya sabes, si tu hijo me echa cuando se entere, necesitaré una habitación.

—Tienes la casa entera, cariño. Mi casa es tu casa.

—Gracias. Es bueno saberlo.

Las dos nos reímos, y Eric se acerca a nosotras.

—¿Qué planean las dos mujeres más importantes de mi vida?

Sonia le da un beso en la mejilla y, divertida, se mofa mientras se aleja:

—Conociéndote, cariño, un disgusto para ti.

Eric la mira descolocado; después clava sus impactantes ojos en mí y,

encogiéndome de hombros, respondo con voz angelical:

—No entiendo por qué ha dicho eso. —Y para cambiar de tema, susurro—: Frida

me ha comentado que se está organizando otra fiestecita privada en el Natch.

Mi amor sonríe, acerca su boca a la mía y murmura:

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!