04.12.2020 Views

2 pideme lo que quieras ahora y siempre de megan maxwell

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

—Vale..., pero hoy déjales que se queden en casa. Hace mucho frío.

—¿En casa?

—Sí.

En este preciso momento, el cachorro, que camina por el suelo, se mea. ¡Vaya

pedazo de meada que echa! Eric me mira y, con seriedad, pregunta:

—¿Dentro de casa?

Parpadeo. Le guiño un ojo y, con complicidad, cuchicheo:

—Que sepas que acabas de aumentar la familia. Ya somos cinco.

Mi alemán cierra los ojos y entiende perfectamente lo que acabo de decir y antes de

que diga alguna de sus perlas, le apremio:

—Vamos, Eric —digo mientras cojo al cachorro—. Démosle la sorpresa a Flyn.

—¿Susto no le dará miedo?

Yo niego con la cabeza.

Sin hacer ruido, nos dirigimos hacia su habitación de juegos. Con cuidado, abro la

puerta y hago entrar al animal.

—¡Susto! —grita el niño, y lo abraza.

Las carcajadas de Flyn son maravillosas. ¡Colosales! Y el perro se tumba panza

arriba para que le rasque la barriguita. Durante un rato, la felicidad del pequeño es plena,

hasta que ve en mis manos algo que llama su atención. Con los ojos como platos, se acerca

a mí y pregunta:

—Y éste ¿quién es?

Eric, dichoso y, sobre todo, sorprendido por la felicidad que ve en su sobrino,

explica:

—Cuando fui a buscar a Susto, estaba con él en la jaula. Susto no quiso dejarlo solo

y se vino con nosotros.

El crío, alucinado, mira a su tío. Dos perros. ¡Dos! Yo, encantada, dejo al cachorro

en sus manos.

—Este pequeñín será tu superamigo y supermascota. Por lo tanto, el nombre se lo

tienes que poner tú.

Flyn mira a su tío, y cuando ve que éste asiente, sonríe. Mira a continuación al

cachorro blanco y dice, tras guiñarme un ojo:

—Se llamará Calamar.

Un enorme nudo de emociones se agolpa en mi garganta al escucharlo, y sonrío. El

pequeño pone el pulgar ante mí, yo pongo el mío, y terminamos con una palmada. Nos

reímos. Eric me besa en el cuello y susurra en mi oído al ver a su sobrino feliz:

—Cuando quieras, ya sabes..., me caso contigo.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!