04.12.2020 Views

2 pideme lo que quieras ahora y siempre de megan maxwell

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

¡Sonríe!

Su sonrisa es adictiva, preciosa y maravillosa, hasta que de pronto veo que la

cambia, y al mirar en la dirección que él mira, observo que Susto corre hacia nosotros.

Norbert se ha dejado el garaje abierto, y, al oír nuestros gritos, el animal no lo ha podido

remediar y viene a jugar. Asustado, el niño se paraliza y yo doy un silbido. Susto viene a

mí, y cuando le agarro de la cabeza, murmuro:

—No te asustes, Flyn.

—Los perros muerden —susurra, paralizado.

Recuerdo lo que el niño contó aquel día en la cama, y acariciando a Susto, intento

tranquilizarlo:

—No, cielo, no todos los perros muerden. Y Susto te aseguro que no lo va a hacer.

—Pero el niño no se convence, e insisto mientras alargo la mano—: Ven. Confía en mí.

Susto no te morderá.

No se acerca. Sólo me mira. Simona lo anima, y Norbert también, y el niño da un

paso adelante pero se para. Tiene miedo. Yo sonrío y vuelvo a decir:

—Te prometo, cariño, que no te va a hacer nada malo.

Flyn me mira receloso, hasta que de pronto Susto se tira en la nieve y se pone patas

arriba. Simona, divertida, le toca la barriga.

—Ves, Flyn. Susto sólo quiere que le hagamos cosquillas. Ven...

Yo hago lo que hace Simona, y el animal saca la lengua por un lateral de su boca en

señal de felicidad.

De pronto, el niño se acerca, se agacha y, con más miedo que otra cosa, le toca con

un dedo. Estoy segura de que es la primera vez que toca a un animal en muchos años. Al

ver que Susto sigue sin moverse, Flyn se anima y le vuelve a tocar.

—¿Qué te parece?

—Suave y mojado —murmura el crío, que ya le toca con la palma de la mano.

Media hora después, Susto y Flyn ya son amigos, y cuando nos tiramos en el trineo,

Susto corre a nuestro lado mientras nosotros gritamos y reímos.

Todos estamos empapados y rebozados de nieve. Es divertido. Lo estamos pasando

bien, hasta que oímos que un coche se acerca. Eric. Simona y yo nos miramos. Flyn, al ver

que es su tío, se queda paralizado. Eso me extraña. No corre en su busca. Cuando el

vehículo se acerca, compruebo que Eric nos observa y, por su cara, parece estar de mala

leche. Vamos, lo normal. Sin que pueda evitarlo murmuro cerca de Simona:

—¡Oh, oh!, nos ha pillado.

La mujer asiente. Eric para el coche. Se baja y da un portazo que me hace estimar el

calibre de su enfado mientras camina hacia nosotros intimidatoriamente.

¡Madre mía! ¡Qué rebote tiene mi Iceman!

Cuando quiere ser malote, es el peor. Nadie respira. Yo le miro. Él me mira. Y

cuando está cerca de nosotros, grita con gesto reprobador:

—¿Qué hace este perro aquí?

Flyn no dice nada. Norbert y Simona están paralizados. Todos me miran a mí, y yo

respondo:

—Estábamos jugando con la nieve, y él está jugando con nosotros.

Eric coge de la mano a Flyn y gruñe:

—Tú y yo tenemos que hablar. ¿Qué has hecho en el colegio?

El tono de voz que emplea con el crío me subleva. ¿Por qué tiene que hablarle así?

Pero, cuando voy a decir algo, le escucho decir:

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!