04.12.2020 Views

2 pideme lo que quieras ahora y siempre de megan maxwell

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

—¿Hay algún trineo en la casa? —pregunto.

La mujer lo piensa un momento.

—Sí. Recuerdo que hay uno guardado en el garaje.

—¡Genial! —aplaudo. Y mirándola, digo—: Necesito pedirte un favor.

—Usted dirá.

—Necesito que salgas al exterior de la casa conmigo y juegues a tirarnos bolas.

Incrédula, parpadea, y no entiende nada. Yo, divirtiéndome, le agarro las manos y

cuchicheo:

—Quiero que Flyn vea lo que se pierde. Es un niño, y debería querer jugar con la

nieve y tirarse en trineo. Vamos, demostrémosle lo divertido que puede ser jugar con algo

que no sean las maquinitas.

En un principio, la mujer se muestra reticente. No sabe qué hacer, pero al ver que la

espero, se quita el mandil.

—Deme dos segundos que me pongo unas botas. Con el calzado que llevo, no se

puede salir al exterior.

—¡Perfecto!

Mientras me pongo mi plumón rojo y los guantes en la puerta de la casa, aparece

Simona, que coge su plumón azul y un gorro.

—¡Vamos a jugar! —digo, agarrándola del brazo.

Salimos de la casa. Caminamos por la nieve hasta llegar frente al cuarto de juegos

de Flyn, y allí comenzamos nuestra particular guerra de bolas. Al principio, Simona se

muestra tímida, pero tras cuatro aciertos míos, ella se anima. Cogemos nieve y, entre risas,

las dos nos la tiramos.

Norbert, sorprendido por lo que hacemos, sale a nuestro encuentro. Primero, es

reticente a participar, pero dos minutos después, lo he conseguido, y se une a nuestro juego.

Flyn nos observa. Veo a través de los cristales que nos está mirando y grito:

—Vamos, Flyn... ¡Ven con nosotros!

El niño niega con la cabeza, y los tres continuamos. Le pido a Norbert que traiga del

garaje el trineo. Cuando lo saca, veo que es rojo. Encantada, me subo en él y me tiro por

una pendiente llena de nieve. El guarrazo que me meto es considerable, pero la mullida

nieve me para y me río a carcajadas. La siguiente en tirarse en Simona, y después lo

hacemos las dos juntas. Terminamos rebozadas de nieve, pero felices, pese al gesto

incómodo de Norbert. No se fía de nosotras. De pronto, y contra todo pronóstico, veo que

Flyn sale al exterior y nos mira.

—¡Vamos, Flyn, ven!

El pequeño se acerca y le invito a sentarse en el trineo. Me mira con recelo, así que

le digo:

—Ven, yo me sentaré delante y tú detrás, ¿te parece?

Animado por Simona y Norbert, el niño lo hace y con sumo cuidado me tiro por la

pendiente. A mis gritos de diversión se unen los de él, y cuando el trineo se para, me

pregunta, extasiado:

—¿Lo podemos repetir?

Encantada de ver un gesto en él que nunca había visto, asiento. Ambos corremos

hasta donde está Simona y repetimos la bajada.

A partir de este momento, todo son risas. Flyn, por primera vez desde que estoy en

Alemania, se está comportando como un niño, y cuando consigo convencerlo para que baje

él solo en el trineo y lo hace, su cara de satisfacción me llena el alma.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!