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2 pideme lo que quieras ahora y siempre de megan maxwell

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culo tuyo. Voy a jugar contigo. Te voy a follar, y tú me vas a recibir.

Accedo. Quiero que lo haga, y Eric añade:

—Eres mía, pequeña, y yo te ofrezco. Hazme disfrutar con tu orgasmo.

Con el dedo, Björn juguetea en mi interior, mientras Eric me penetra y me dice

cosas calientes. Muy calientes. Ardorosas. Ambos me conocen y saben que eso me excita.

Segundos después, Björn le pide a Eric que me abra para él. Mi Iceman, sin retirar sus

preciosos ojos de mí, me agarra de las cachas del culo y me muerde el labio inferior. Sin

soltarme noto la punta de la erección de Björn sobre mi ano y cómo centímetro a

centímetro, apretándome, se introduce en mí.

—Así, cariño..., poco a poco... —murmura Eric tras soltarme el labio—. No tengas

miedo. ¿Duele? —Niego con la cabeza, y él sigue—: Disfruta, mi amor..., disfruta de la

posesión.

—Sí..., preciosa..., sí... tienes un culito fantástico... —masculla Björn,

penetrándome—. ¡Oh, Dios!, me encanta. Sí, nena..., sí...

Abro la boca y gimo. La sensación de esa doble penetración es indescriptible y

escuchar lo que cada uno dice me calienta a cada segundo más. Eric me mira con los ojos

brillantes por la expectación y, ante mis jadeos, me pide:

—No dejes de mirarme, cariño.

Lo hago.

—Así..., así..., acóplate a nosotros... Despacio..., disfruta...

Estoy entre dos hombres que me poseen.

Dos hombres que me desean.

Dos hombres que deseo.

Cuatro manos me sujetan desde diferentes sitios, y ambos me llenan con delicadeza

y pasión. Siento sus penes casi rozarse en mi interior, y me gusta verme sometida por y

para ellos. Eric me mira, toca mi boca con la suya, y cada uno de mis jadeos los toma para

él mientras me dice dulces y calientes palabras de amor. Björn me pellizca los pezones, me

posee desde atrás y cuchichea en mi oído:

—Te estamos follando... Siente nuestras pollas dentro de ti...

Calor..., tengo un calor horroroso y, de pronto, noto como si toda la sangre de mi

cuerpo subiera a la cabeza y grito, extasiada. Estoy siendo doblemente penetrada y

enloquezco de placer. Me estrujan contra ellos exigiéndome más, y vuelvo a gritar hasta

que me arqueo y me dejo ir. Ellos no paran; continúan con sus penetraciones. Eric...Björn...

Eric... Björn... Sus respiraciones enloquecidas y sus movimientos me hacen saltar en medio

de los dos, hasta que sueltan unos gruñidos varoniles, y sé que el juego, de momento, ha

finalizado.

Con cuidado, Björn sale de mí y se tumba en la cama. Eric no lo hace y quedo

tendida sobre él mientras me abraza. Durante unos minutos, los tres respiramos con

dificultad mientras la voz de Michael Bublé resuena en la habitación, y nosotros

recuperamos el control de nuestros cuerpos.

Pasados cinco minutos, Björn toma mi mano, la besa y susurra con una media

sonrisa:

—Con vuestro permiso, me voy a la ducha.

Eric sigue abrazándome, y yo lo abrazo a él. Cuando quedamos solos en la cama, lo

miro. Tiene los ojos cerrados. Le muerdo el mentón.

—Gracias, amor.

Sorprendido, abre los ojos.

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