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2 pideme lo que quieras ahora y siempre de megan maxwell

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—Me gusta oírte gritar de placer —cuchichea Björn en mi oído.

Eric se levanta. Está enloquecido. Pone su duro pene en mi vagina y me penetra.

¡Oh, sí!... Sus penetraciones son duras y asoladoras mientras Björn continúa diciendo:

—Te voy a follar, preciosa. No veo el momento de volver a hundirme en ti.

Las maravillosas penetraciones de Eric me hacen gritar de placer, mientras se hunde

una y otra vez en mí consiguiendo arrancarme cientos de jadeos gustosos. Calientes.

Perversos. De pronto, se para y, sin salir de mi interior, me agarra por la cintura y me alza.

Me hunde más en él. Björn se levanta de la cama, y en volandas, como si en una silla

invisible estuviera sentada, Eric continúa sus penetraciones mientras los fuertes brazos de

Björn me sujetan y me lanzan una y otra vez contra mi Iceman.

Soy su muñeca. Me desmadejo entre sus brazos cuando mi chillido placentero le

hace saber a Eric que he llegado al orgasmo y sale de mí. Björn me tumba en la cama, y

Eric, con su falo erecto, se acerca, me agarra por la cabeza y con rudeza lo introduce en mi

boca. Lo chupo. Lo degusto, enloquecida. Oigo rasgar un preservativo e imagino que Björn

se lo está poniendo. Segundos después, abre mis piernas sin contemplaciones y me penetra.

¡Sí! Extasiada por el momento que estos dos me están proporcionando, disfruto de la

erección de Eric. ¡Dios, me encanta!, hasta que segundos después se retira de mi boca y se

corre sobre mi pecho.

Björn está muy excitado por lo que ve, así que me agarra por las caderas y comienza

a bombear dentro de mí con fuerza. ¡Oh, sí!

Una..., dos..., tres..., cuatro..., cinco..., seis...

Mis gemidos de placer salen descontrolados de mi boca mientras los dos hombres se

hacen con mi cuerpo. Me poseen a su antojo, y yo accedo. Yo quiero. Yo me abro a ellos,

hasta que Björn se corre y yo con él. Eric, tan enloquecido como nosotros, extiende por mis

pechos el jugo de su excitación y veo en sus vidriosos ojos que disfruta del momento.

Todos disfrutamos.

La música va in crescendo, y nuestros cuerpos se acompasan. Eric me besa y yo

gozo. Tras salir de mí, Björn mete su cabeza entre mis piernas y busca mi clítoris. Desea

más. Lo aprieta entre sus labios y tira de él. Me retuerzo. Mueve la joya en mi ano. Grito.

Su boca muerde la cara interna de mis muslos mientras Eric me masajea la cabeza y me

mira. Calor..., tengo calor y creo que me voy a correr otra vez. Pero cuando estoy a punto

de hacerlo, oigo decir a Eric:

—Todavía no, pequeña...Ven aquí.

Se sienta en la cama, me coge de la mano y tira de mí. Me hace sentar a horcajadas

sobre él y me penetra de nuevo. Quiero correrme. Necesito correrme. Como loca me muevo

en busca de mi placer y, enloquecida, grito:

—No pares, Eric. Quiero más. Os quiero a los dos dentro.

A través de las pestañas, veo que Eric asiente. Björn abre un cajón y saca lubricante.

Eric, al verme tan enloquecida, detiene sus penetraciones.

—Escucha, amor, Björn va a poner lubricante para facilitar su entrada. —Asiento, y

prosigue al ver mi mirada—: Tranquila..., nunca permitiría que nada te doliera. Si te duele,

me avisas y paramos, ¿de acuerdo?

Le digo que sí y me besa; me aprieto contra él y suspiro.

Eric me acerca más a su cuerpo mientras su erección continúa proporcionándome

placer. Björn, desde atrás, me da uno de sus azotes en el culo. Sonrío. Saca la joya de mi

ano y siento que unta algo frío y húmedo mientras me susurra en el oído:

—No sabes cuánto te deseo, Judith. No veía el momento de penetrar este bonito

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