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2 pideme lo que quieras ahora y siempre de megan maxwell

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extrema, y yo me siento pletórica de felicidad.

Una vez fuera de la ducha, Eric me envuelve en una esponjosa toalla, me coge en

brazos de nuevo y, sin secarse y desnudo, me saca del baño. Me lleva hasta una habitación

en color burdeos y me posa en la cama. Presupongo que es la habitación de Björn, que en

este mismo momento sale de otro baño, desnudo y húmedo. Se ha duchado como nosotros.

Veo que ambos se miran y, sin hacer el más mínimo gesto, se han comunicado con

la mirada. El juego continúa. Björn se dirige a un lateral de la habitación y la carne se me

pone de gallina cuando escucho sonar la canción Cry me a river en la voz de Michael

Bublé.

—Me comentó Eric que te gusta mucho este cantante, ¿es cierto? —pregunta Björn

—Sí, me encanta —le confirmo tras mirar a mi Iceman y sonreír.

Björn se acerca.

—He comprado este CD especialmente para ti.

Como una gata en celo y dispuesta a excitarlos de nuevo, me pongo de pie. Me

quito la toalla, me toco los pechos y juego con ellos al compás de la música. Ellos me

comen con la mirada. Tentadora, me revuelvo en la cama y me pongo a cuatro patas. Les

enseño mi trasero, donde aún está la joya, y me contoneo al ritmo de la canción. Ambos me

miran y veo sus erecciones duras y dispuestas para mí. Me bajo de la cama y, desnuda, los

obligo a acercarse. Quiero bailar con los dos. Eric me mira mientras le agarro de la cintura

y obligo a Björn a que me aferre por detrás. Durante unos minutos, los tres, desnudos,

mojados y excitados, bailamos esa dulce y sensual melodía. En tanto Eric me devora la

boca con pasión, Björn me besa el cuello y aprieta la joya en mi ano.

Morbo. Todo es morboso entre los tres en esta habitación. Ambos me sacan una

cabeza y sentirme pequeña entre ellos me gusta. Sus erecciones latentes chocan contra mi

cuerpo y las deseo. Se me seca la boca y sonrío a Eric. Mi alemán, tras besarme, me da la

vuelta, y veo los ojos de Björn. Su boca desea besarme, ¡lo sé!, pero no lo hace. Se limita a

besarme los ojos, la nariz, las mejillas, y cuando sus labios rozan la comisura de mis labios,

me mira con deseo.

—Juega conmigo. Tócame —le susurro.

Björn asiente, y una de sus manos baja a mi vagina. La toca. La explora y mete uno

de sus dedos en mí, haciéndome gemir. Eric me muerde el hombro mientras sus manos

vuelan por mi cuerpo hasta terminar en la joya. Le da vueltas, y las piernas me flaquean.

Me agarra por la cintura y me dejo hacer. Soy su juguete. Quiero que jueguen conmigo.

Bailamos..., nos devoramos..., nos tocamos..., nos excitamos.

Ser el centro de atención de estos dos titanes me gusta. Me encanta. Sentirme

perversa mientras ellos me tocan y desean es lo máximo para mí en este momento. Cierro

los ojos, me aprietan contra sus cuerpos y sus erecciones me indican que están preparados

para mí. Me enloquece esa sensación. Adoro ser su objeto de deseo.

La canción acaba, y comienza Kissing a fool, y mi excitación está por las nubes.

Eric y Björn están como yo. Al final, Eric exige con voz cargada de tensión:

—Björn, ofrécemela.

Éste se sienta en la cama, me hace sentar delante de él, pasa sus brazos por debajo

de mis piernas y me las abre. ¡Oh, Dios, qué morbo! Mi vagina queda abierta totalmente

para mi amor. Eric se agacha entre mis piernas, muerde mi monte de Venus y después mis

labios vaginales. Tiemblo. Su ávida lengua me saborea y pronto encuentra mi clítoris.

Juega. Lo tortura. Me enloquece, y el remate es cuando sus dedos da vueltas a la joya de mi

ano. Grito.

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