04.12.2020 Views

2 pideme lo que quieras ahora y siempre de megan maxwell

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Dos hombres juegan conmigo y no me dejan moverme, y creo que no lo voy a poder

aguantar. Pero sí..., mi cuerpo acepta las sacudidas de placer que todo esto me provoca y,

cuando me he corrido, Björn me penetra, y Eric mete su lengua en mi boca.

—Así..., pequeña..., así.

Ardo. Me quemo. Abraso.

Entregada a ellos, a lo que me piden, disfruto mientras mi Iceman me hace el amor

con su boca, y Björn se mete en mí una y otra vez.

Nunca había imaginado que algo así pudiera gustarme tanto.

Nunca había imaginado que yo pudiera prestarme a algo así.

Nunca había imaginado que yo iniciaría un juego tan carnal, pero sí, yo lo he

comenzado. Me he ofrecido a ellos y ansío que jueguen, me devoren y hagan conmigo lo

que quieran. Soy suya. De ellos. Me gusta esa sensación y deseo continuar. Anhelo más.

El calor es abrasador. Eric, entre beso y beso, dice cosas calientes y morbosas en mi

boca, y yo enloquezco de excitación. Mientras, Björn sigue penetrándome sobre la mesa de

su despacho una y otra vez, a la par que me da azotitos en el trasero.

Me llega el clímax y grito mientras me abro para que Björn tenga más accesibilidad

a mi interior. Eric me muerde la barbilla y, segundos después, es Björn quien se deja ir.

Acalorada, excitada, enardecida y con ganas de más juegos respiro con dificultad

sobre la mesa. Eric me coge entre sus brazos, y aún con el tanga roto colgando de mi

cuerpo, y la joya anal, me saca del despacho. Traspasamos la vacía oficina y entramos en la

casa de Björn. Allí vamos hasta un baño. Éste, que nos sigue, no entra. Sabe cuándo y

dónde debe estar, y sabe que ese momento es íntimo entre Eric y yo.

Cuando entramos en el baño, Eric me deja en el suelo. Me quita los cubrepezones,

se agacha y, con delicadeza, retira los restos del tanga. Yo sonrío, y cuando se levanta con

él en la mano, suelto:

—Está claro que te gusta romperme la ropa interior.

Eric sonríe. Lo tira en una papelera y, mientras se quita la camisa, asegura:

—Desnuda me gustas más.

Con la mirada risueña, pregunto:

—¿La joya?

Eric sonríe y me da un cachete en el culo.

—La joya se queda donde está. Cuando la saque lo haré para meter otra cosa, si tú

quieres.

Acto seguido, abre el grifo de la ducha, y ambos nos metemos. El pelo se me

empapa y me abraza. No me enjabona.

—¿Estás bien, cariño?

Hago un gesto de asentimiento, pero él, deseoso de oír mi voz, se separa de mí unos

centímetros. Yo lo miro y murmuro:

—Deseaba hacerlo, Eric, y aún lo deseo.

Mi alemán sonríe y levanta una ceja.

—Me vuelves loco, pequeña.

Me agarro a su cuello y doy un salto para llegar a su boca. Él me coge en volandas,

y mientras el agua corre por nuestros cuerpos, nos besamos. La joya presiona mi ano.

—Quiero más —le confieso—. Me gusta la sensación que me produce que me

ofrezcas y juegues conmigo. Me excita que me hables y digas cosas calientes. Me vuelve

loca ser compartida, y quiero que lo vuelvas a hacer una y mil veces.

Su sonrisa seductora me hace temblar. Su delicadeza mientras me abraza es

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!