2 pideme lo que quieras ahora y siempre de megan maxwell
18Es día 5 y hoy toca cena de Reyes en la casa de la madre de Eric. Durante estos díashe visto que mi alemán trabaja desde casa, pero no habla de ir a la oficina. Quieroconocerla, pero prefiero que sea él quien me proponga ir.Flyn sigue sin darme tregua. Todo lo que hago le molesta, y eso ocasiona que Eric yyo tengamos algún que otro roce. Eso sí, reconozco que es Eric quien da siempre su brazo atorcer para que la discusión no vaya a más. Sabe que el niño no lo está haciendo bien, eintenta entenderme.Mi relación con Susto progresa muy adecuadamente. Ya no huye cuando me ve.Nos hemos hecho amigos. Se ha dado cuenta de que soy de fiar y deja que lo toque. Tieneuna tos perruna que no me gusta y le he confeccionado una bufanda para el cuello. ¡Quéguapo está!Susto es una maravilla. Tiene una cara de bueno que no puede con ella, y cada vezque salgo sin que Eric se dé cuenta a rehacerle la caseta y llevarle comida, el pobre me loagradece como mejor sabe: con lametazos, movidas de rabito y piruetas.Por la noche, cuando llegamos a la casa de Sonia, Marta, la hermana de Eric, nosrecibe con una estupenda sonrisa.—¡Qué bien!, ¡ya estáis aquí!Eric tuerce el gesto. Este tipo de fiestecitas que organiza su madre no le van, perosabe que no debe faltar. Lo hace por Flyn, no por él. Eric me presenta al resto de laspersonas que hay en el salón como su novia. Veo el orgullo en su mirada y en cómo meagarra con posesión.Minutos después, comienza a hablar con varios hombres sobre negocios y decidobuscar a Marta. Pero al separarme de él, un joven me saluda.—¡Hola!, soy Jurgen. Eres Judith, ¿verdad? —Asiento, y él dice—: Soy el primo deEric. —Y cuchicheando, añade—: El que hace motocross.La cara se me ilumina y, encantada, comienzo a hablar con él. Menciona variossitios donde la gente se reúne para practicar este deporte, y yo prometo ir. Me anima autilizar la moto de Hannah. Sonia le ha comentado que yo practico motocross y estáentusiasmado. Con el rabillo del ojo observo que Eric me mira y, por su cara, debe deimaginar sobre lo que hablamos. En dos segundos, ya está a mi lado.—Jurgen, ¡cuánto tiempo sin verte! —saluda Eric mientras me vuelve a agarrar porla cintura.El primo sonríe.—¿Será porque tú no te dejas ver mucho?Eric cabecea.
—He estado muy ocupado.Jurgen no vuelve a mencionar el tema motocross y casi de inmediato ambos sesumergen en una aburrida conversación. De nuevo, decido buscar a Marta. La encuentrofumando en la cocina.Cuando me acerco a ella, me ofrece un cigarrillo. No suelo fumar, pero con ellasiempre me apetece, y cojo uno.Así, vestidas con glamour, las dos fumamos mientras charlamos de nuestras cosas.—¿Qué tal con Flyn?—¡Uf!, me tiene declarada la guerra —me mofo, divertida.Marta asiente y, acercando su cabeza a la mía, cuchichea:—Si te sirve de consuelo, nos la tiene declarada a todas las mujeres.—Pero ¿por qué?La joven sonríe.—Según el psicólogo, se debe a la pérdida de su madre. Flyn piensa que las mujeressomos personas circunstanciales que vamos y venimos en su vida. Por eso intenta nodemostrar su afecto hacia nosotras. Con mamá y conmigo se comporta igual. Nunca nosdemuestra su afecto y, si puede, nos rechaza. Pero bueno, nosotras ya nos hemosacostumbrado a ello. Al único que quiere por encima de todos es a Eric. Por él siente unamor especial; en ocasiones, para mi gusto, enfermizo.Durante un par de segundos ambas callamos, hasta que yo ya no puedo más.—Marta, me gustaría decirte algo en referencia a lo que has dicho, pero quizá tepueda molestar. No soy nadie para dar mi opinión en un tema así, pero es que si no lo digo,¡reviento!—Adelante —responde, sonriente—. Prometo no enfadarme.Primero doy una calada al cigarrillo y expulso el humo.—Desde mi punto de vista, el niño se agarra a Eric porque es el único que nunca loabandona. Y antes de que me digas nada más, ya sé que tú o tu madre no lo habéisabandonado, pero me refiero a que quizá Eric es el único que se enfada con él en ocasionese intenta hacerlo razonar, y en fechas tan importantes, como por ejemplo la Nochevieja, nose aleja de él. Flyn es un niño, y los niños sólo buscan cariño. Y si él, por lo ocurrido con sumadre, es reacio a querer a una mujer, sois vosotras las que tenéis que hacer todo lo posiblepara que él se dé cuenta de que su madre se ha marchado, pero que vosotras seguís aquí.Que nunca lo abandonaréis.—Judith, te aseguro que mamá y yo hemos hecho de todo.—No lo dudo, Marta. Pero quizá deberíais cambiar la táctica. No sé..., si una cosano funciona, probad algo diferente.El silencio que sobreviene me pone la carne de gallina.—La muerte de Hannah nos rompió el corazón a todos —dice finalmente Marta.—Lo imagino. Tuvo que ser terrible.Sus ojos se llenan de lágrimas, y yo la tomo del brazo. Marta sonríe.—Ella era el motor y el centro de la familia. Era vitalista, positiva y...—Marta... —susurro al ver una lágrima rodar por su mejilla.—Te hubiera encantado, Jud, y estoy convencida de que os habríais llevado muybien las dos.—Seguro que sí.Ambas damos sendas caladas a nuestros cigarrillos.—Nunca olvidaré la cara de Eric esa noche. Ese día no sólo vio morir a Hannah,
- Page 51 and 52: —¿Y por qué no me habías dicho
- Page 53 and 54: incomodidad es tan de mi Iceman que
- Page 55 and 56: me aclara:—Mi padre y ella se div
- Page 57 and 58: 10Quince minutos después, los tres
- Page 59 and 60: que ¡me encanta! Durante unos minu
- Page 61 and 62: 11Mientras los hombres se duchan tr
- Page 63 and 64: —Pero ¿no íbamos a saludar a la
- Page 65 and 66: Su comentario me resulta gracioso,
- Page 67 and 68: algo que me deja atónita.—¿Chur
- Page 69 and 70: Y antes de que ninguno pueda decir
- Page 71 and 72: —Yo también te quiero, morenita.
- Page 73 and 74: por ver su cara cuando me vea.Incap
- Page 75 and 76: —Estás preciosa, pequeña.Su ges
- Page 77 and 78: fin, deja que culmine y llegue al c
- Page 79 and 80: 14Cuando me despierto por la mañan
- Page 81 and 82: Quiero hablar, protestar, pero mi g
- Page 83 and 84: 15Ataviada con un bonito vestido ro
- Page 85 and 86: Sin que pueda apartar mis ojos de e
- Page 87 and 88: —Los alemanes, después de la cen
- Page 89 and 90: 16Los días pasan y estar junto a E
- Page 91 and 92: —Bueno, ¿qué te parece Múnich?
- Page 93 and 94: 17Una tormenta toma el cielo de Mú
- Page 95 and 96: —¿Para consultarlo? —repito, s
- Page 97 and 98: Sonrío. ¡SEXO!Con curiosidad, abr
- Page 99 and 100: —¿Seguro, pequeña?—Sí —jad
- Page 101: Un nuevo trueno nos hace regresar a
- Page 105 and 106: Su voz de niño de las tinieblas me
- Page 107 and 108: ganas que tengo de hacer el amor co
- Page 109 and 110: En este instante, Simona le entrega
- Page 111 and 112: diferente. He aceptado que metieras
- Page 113 and 114: 20Con la tensión a tropecientos mi
- Page 115 and 116: —¿Dónde estás?Como no sé real
- Page 117 and 118: calma:—Tranquilo, Susto, no pasa
- Page 119 and 120: —Jud...De un tirón, le bajo el p
- Page 121 and 122: española, me toca oír las palabra
- Page 123 and 124: —¿Seguro?—Segurísimo.Pero agu
- Page 125 and 126: 22Los fines de semana consigo despe
- Page 127 and 128: Nerviosa, no sé qué hacer. Lo mir
- Page 129 and 130: vez a mí me pasa algo debo dejarte
- Page 131 and 132: 24Durante los días del tratamiento
- Page 133 and 134: papelito de castigo.Sonríe. Vuelve
- Page 135 and 136: 25Con los días, la recuperación d
- Page 137 and 138: y...—Sea la moto de Hannah o de P
- Page 139 and 140: Los chavales, muertos de risa, se a
- Page 141 and 142: —Lo que no te pase a ti no le pas
- Page 143 and 144: Björn se acerca a él, y los dos m
- Page 145 and 146: extrema, y yo me siento pletórica
- Page 147 and 148: culo tuyo. Voy a jugar contigo. Te
- Page 149 and 150: 26La vida con Iceman va viento en p
- Page 151 and 152: ¡Sonríe!Su sonrisa es adictiva, p
—He estado muy ocupado.
Jurgen no vuelve a mencionar el tema motocross y casi de inmediato ambos se
sumergen en una aburrida conversación. De nuevo, decido buscar a Marta. La encuentro
fumando en la cocina.
Cuando me acerco a ella, me ofrece un cigarrillo. No suelo fumar, pero con ella
siempre me apetece, y cojo uno.
Así, vestidas con glamour, las dos fumamos mientras charlamos de nuestras cosas.
—¿Qué tal con Flyn?
—¡Uf!, me tiene declarada la guerra —me mofo, divertida.
Marta asiente y, acercando su cabeza a la mía, cuchichea:
—Si te sirve de consuelo, nos la tiene declarada a todas las mujeres.
—Pero ¿por qué?
La joven sonríe.
—Según el psicólogo, se debe a la pérdida de su madre. Flyn piensa que las mujeres
somos personas circunstanciales que vamos y venimos en su vida. Por eso intenta no
demostrar su afecto hacia nosotras. Con mamá y conmigo se comporta igual. Nunca nos
demuestra su afecto y, si puede, nos rechaza. Pero bueno, nosotras ya nos hemos
acostumbrado a ello. Al único que quiere por encima de todos es a Eric. Por él siente un
amor especial; en ocasiones, para mi gusto, enfermizo.
Durante un par de segundos ambas callamos, hasta que yo ya no puedo más.
—Marta, me gustaría decirte algo en referencia a lo que has dicho, pero quizá te
pueda molestar. No soy nadie para dar mi opinión en un tema así, pero es que si no lo digo,
¡reviento!
—Adelante —responde, sonriente—. Prometo no enfadarme.
Primero doy una calada al cigarrillo y expulso el humo.
—Desde mi punto de vista, el niño se agarra a Eric porque es el único que nunca lo
abandona. Y antes de que me digas nada más, ya sé que tú o tu madre no lo habéis
abandonado, pero me refiero a que quizá Eric es el único que se enfada con él en ocasiones
e intenta hacerlo razonar, y en fechas tan importantes, como por ejemplo la Nochevieja, no
se aleja de él. Flyn es un niño, y los niños sólo buscan cariño. Y si él, por lo ocurrido con su
madre, es reacio a querer a una mujer, sois vosotras las que tenéis que hacer todo lo posible
para que él se dé cuenta de que su madre se ha marchado, pero que vosotras seguís aquí.
Que nunca lo abandonaréis.
—Judith, te aseguro que mamá y yo hemos hecho de todo.
—No lo dudo, Marta. Pero quizá deberíais cambiar la táctica. No sé..., si una cosa
no funciona, probad algo diferente.
El silencio que sobreviene me pone la carne de gallina.
—La muerte de Hannah nos rompió el corazón a todos —dice finalmente Marta.
—Lo imagino. Tuvo que ser terrible.
Sus ojos se llenan de lágrimas, y yo la tomo del brazo. Marta sonríe.
—Ella era el motor y el centro de la familia. Era vitalista, positiva y...
—Marta... —susurro al ver una lágrima rodar por su mejilla.
—Te hubiera encantado, Jud, y estoy convencida de que os habríais llevado muy
bien las dos.
—Seguro que sí.
Ambas damos sendas caladas a nuestros cigarrillos.
—Nunca olvidaré la cara de Eric esa noche. Ese día no sólo vio morir a Hannah,