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Dossiê Experimentações UrbanasUnidos y, aunque menos, en Francia. Un espacio discursivo en la distanciaideológica entre Su<strong>da</strong>mérica y Estados Unidos con respecto a cómo pensarel si<strong>da</strong>. Contra el discurso de pensarlo como una enferme<strong>da</strong>d proponeconsiderarlo como un proceso liberador que se manifiesta a partir de nuevassubjetivi<strong>da</strong>des deseantes que generan una energía transformadora. Por eso,para establecer bien la distancia de la diferencia – a la que se refiere en sumanifiesto – , el autor dice que el si<strong>da</strong> habla inglés y que “la propagan<strong>da</strong>gringa te hace sentir que te duele mientras que para el su<strong>da</strong>mericano el si<strong>da</strong>mismo es un motivo para vivir, para amar la vi<strong>da</strong> y hacerlo por descuento:en este minuto yo soy más feliz porque no habrá otro.” Hay para Lemebelun discurso colonizador que presenta al si<strong>da</strong> desde Estados Unidos y otroliberador que presenta al si<strong>da</strong> como un estado libertario del cuerpo enChile. Ca<strong>da</strong> discurso tiene su retórica y su performance social. ¿Y cómohabla el si<strong>da</strong> chileno en las calles su<strong>da</strong>cas? El liberador puede ser descriptocomo él mismo lo nombra, un barroco alegórico, que en sus extremasoposiciones encuentra la manera de plantear las políticas del cuerpo. Esen ese barroco alegórico donde se crea el acontecimiento del lenguajecomo una poética política.La alegoría barroca: el cuerpo de MadonaBajo la misma luz benjaminiana que descubrían los faroles alumbrando lascalles de París, Capital del siglo XX, Lemebel parpadea deslumbrado por sudescubrimiento de la luz artificial que refuerza el artificio y la máscara deltravesti que envuelve su género entre los frufrus de los tules y los brillos delas lentejuelos. Aquí el barroco alegórico agrega, como decía Echavarren,el trazo híbrido, mestizo. Dice Lemebel: “Existe una gran alegoría barrocaque empluma, enfiesta, disfraza, teatraliza o castiga la identi<strong>da</strong>d a través delsobrenombre, to<strong>da</strong> una narrativa popular del loquerío que elige seudónimosen el firmamento estelar del cine”. Para agregar: “La poética del sobrenombregay generalmente excede la identificación, desfigura el nombre, desbor<strong>da</strong>los rasgos anotados en el registro civil”. Y aquí reencontramos, dicho deotra manera, lo que leímos en el párrafo inicial: exceso de pulsión, afuerade la civili<strong>da</strong>d, desfiguración que acerca al monstruo.Esa es la figura barroca en el lenguaje. En el libro hay muchos, todoslos cuerpos: Está Madonna, Elizabeth Taylor y Gloria Gaynor, entre ellas yRock Hudson, Joan Manuel Serrat, entre ellos. “La muerte de Madonna”es antológica. Madonna es un travesti del barrio de San Camilo. Cuandove por la televisión a la cantante norteamericana se enamora de ella y desus canciones, se identifica, se hace Madonna chilena. La Madonna de acátenía cara de mapuche, se sabía to<strong>da</strong>s las canciones aunque no tenía niidea de lo que decían y las cantaba modulando en inglés. Son apenas trespáginas en donde se describe al personaje: pelo rubio que fue perdiendohasta reemplazarlo por una peluca, grandes hematomas provocados porel amor de los pacos, los policías, a los que desafiaba gritando que erauna artista. Dientes de perla que se le fueron cayendo uno a uno. Vivía enun cuarto con miles de recortes de la estrella que tapaban las grietas dehume<strong>da</strong>d y las manchas de los excrementos de las moscas. “Mil Madonnasrevoloteaban a la luz caga<strong>da</strong> de las moscas.”En la ciu<strong>da</strong>d de Santiago, en el barrio de San Camilo un cuerpo moreno,un rostro de rasgos aindiados, cargando con el Misterio, el mal que aquejaa aquellos que no ponen límites a sus deseos ni condones a su sexuali<strong>da</strong><strong>da</strong>parece bajo la luz amarillenta de la calle. La percibimos como una fotoella misma. La crónica es una foto, la foto es una crónica. Escribir crónicases como tomar fotografías. Es ponerle ojos a las palabras para que pue<strong>da</strong>nque<strong>da</strong>r en un tiempo y recor<strong>da</strong>r ese tiempo. Recordemos lo que decíaEchavarren acerca del cuerpo híbrido y mestizo del barroco americano.Parangonemos el cuerpo híbrido y mestizo de la Madonna chilena con elcuerpo híbrido y mestizo de las crónicas de Lemebel.Dice al final del primer capítulo: “del grupo que aparece en la foto, casino que<strong>da</strong>n sobrevivientes. El amarillo pálido del papel es un sol desteñidocomo desahucio de las pieles que enfiestan el <strong>da</strong>guerrotipo. La sucie<strong>da</strong>d delas moscas fue punteando de lunares las mejillas, como adelanto maquilladodel sarcoma.” Estas son las grafías corpóreas. La sintaxis de las crónicatiene una introducción de varias oraciones donde se detiene el tiempo, seelimina el verbo. Parece que se quisiera parar el cauce del relato, de lanarrativi<strong>da</strong>d, tomar la foto. Luego sigue la descripción que desarrolla lafigura ya ilumina<strong>da</strong> por la luz de la muerte, como dice Osvaldo Lamborghini,“una luz es un punto muerto: un cadáver luminoso”.Hay dos lecturas a las que inmediatamente conduce la figura del barrocoalegórico: una, Walter Benjamín, El origen del drama barroco alemán; laotra de Gilles Deleuze, El Pliegue y Rizoma. Para Benjamín la caracterizaciónhistórica de la obra del barroco del s. XVI y XVII, los principios de la teoríadel lenguaje que hacen surgir la alegoría barroca, la tendencia a la imagenvisual, a la exageración, a la ambigüe<strong>da</strong>d, la reflexión moral sobre la~ 6.2 | 2007~ 21

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