Un viaje por la reali<strong>da</strong>dDiana I. KlingerSUBCOMANDANTE MARCOS; TAIBO II, Paco Ignacio.Muertos Incómodos (falta lo que falta). México: Joaquín Moritz, 2005.Comencé a leer Muertos Incómodos en el vuelo hacia México. Estabaansiosa por empezar esa extraña novela, la primera en la historia de laliteratura latino-americana escrita por un líder guerrillero y, como si nobastara, de autoría comparti<strong>da</strong>. El otro también era curioso, un excelenteescritor sobretodo de novelas policiales y no explícitamente comprometidocon la causa zapatista, que yo supiera. Minutos después de haber despegado,terminaba el primer capítulo y ya me había entusiasmado porque Marcosaparecía como personaje. Yo acababa de defender mi tesis de doctoradoen la que, entre otros asuntos, me ocupaba de la auto-ficción y de loslímites entre la ficción y “lo real”. Muertos Incómodos entrabaperfectamente en ese corpus y, ese sentido, la novela había llegado adestiempo para mí. Pero por otro lado me había llegado en el momentojusto, casi premonitoriamente, días antes de recibir la invitación de mipapá a pasar con él un mes en México, en DF, Oaxaca y Chiapas.Se trata de dos personajes, el zapatista Elías Contreras – creado porMarcos – y Héctor Belascoarán Shayne – el famoso detective de la sagade novelas policiales de Paco Ignacio Taibo II –, que van en busca de untal Morales, ex-guerrillero del 68 que traicionó la causa y terminóinvolucrándose en operaciones criminales (se ha vuelto, sabremos másadelante, agente de los servicios secretos mexicanos, verdugo a sueldodel gobierno contra el movimiento estudiantil, testaferro de los interesesoligárquicos en la entrega de las tierras de Montes Azules a empresastransnacionales, sol<strong>da</strong>do de Zedillo contra los zapatistas y organizador dela ban<strong>da</strong> paramilitar de ultraderecha El Yunque, enquista<strong>da</strong> en elgobierno del presidente Vicente Fox).***To<strong>da</strong>vía en vuelo, hago una pausa en la novela y hojeo los diariosmexicanos que hay en el avión, como para ir viendo lo que me espera alllegar: El sol de México, La jorna<strong>da</strong>... En el periódico Marcos es, también,un personaje. ¿Cuál es más real? Estamos en abril del 2006 y lascampañas electorales ya comenzaron. La de Marcos, “la otra campaña”,no es una candi<strong>da</strong>tura: “en medio de tantos candi<strong>da</strong>tos parti<strong>da</strong>rios quehablan y hablan, y prometen y prometen, este no-candi<strong>da</strong>to escucha yescucha”, escribirá días después Adolfo Gilly. Por algo Marcos se hacambiado el apodo y ya no es más el Sub, el subcoman<strong>da</strong>nte, sino elDelegado Cero.Llego a México a fines de abril, me recibe Rodrigo en el aeropuerto y melleva a su casa en el noble y colonial barrio de Tlalpan. En la casa deRodrigo hay una biblioteca enorme, donde sería tentador perderse tardesenteras, si no fuera porque México ya me ha cautivado.***Vuelvo a la novela. La investigación de Elías Contreras surge de unosdocumentos que Daniel Montalbán (hijo del escritor Manuel VazquezMontalbán) encuentra entre los papeles de su padre tras su muerte y lehace llegar a Marcos “por medio de Pepe Carvalho”, el famoso detectivede las novelas de Montalbán.La reali<strong>da</strong>d y la ficción van entrelazándose de una forma asombrosa.Sé que Marcos tenía la idea de escribir la novela a cuatro manos conManuel Montalbán, y que el proyecto no fue posible por la muerterepentina de Manuel. Sé también que el escritor catalán y Marcoscomenzaron cruzando cartas abiertas y alusiones en cuanto textopublicaron y terminaron haciéndose amigos. Manuel visitó a Marcos enmedio de la selva. Incluso publicó un libro sobre Marcos, El señor de losespejos. Daniel Montalbán, como su padre, también estuvo en Chiapas,122 ~ ~ 6.2 | 2007
Resenhascuando la famosa “matanza de Acteal”, produciendo registrosdocumentales. En cierta ocasión, Marcos dijo que había abandonado lalectura de las novelas de Montalbán porque “en plena selva le <strong>da</strong>banhambre las recetas que preparaba el protagonista” (citado por VázquezMontalbán, 1999, pp. 24-27), a lo que el español respondió, en un artículoen El País, que le prometía al subcoman<strong>da</strong>nte incluir cocina desupervivencia o precolombina en sus novelas. La broma continúa enMuertos Incómodos, donde un personaje encargado de la comi<strong>da</strong> delcampamento zapatista dice: “con el perdón de Pepe Carvalho y de ManuelVázquez Montalbán, en esta novela no se va a comer muy bien quedigamos” (p. 44). Pero ahora Carvalho y Montalbán aparecen en la novelacomo un homenaje.***Este año hay grandes expectativas en México por el primero de mayo.Muchos mexicanos radicados en Estados Unidos han decidido, siguiendoel ejemplo de la película de Sergio Arau “Un día sin mexicanos”, no ir atrabajar por un día (decisión “revolucionaria”, esa de no ir a trabajar elprimero de mayo...).Ese día hay un acto en la explana<strong>da</strong> de la rectoría de la UNAM, yasisto a ese ambiente estudiantil efervescente con una mezcla denostalgia y desencanto. Después de cinco horas (sic) de actos políticos,una multitud derritiéndose al sol ve subir al palco al Delegado Cero. Sehace un silencio inverosímil y miles de voces se detienen estupefactasdurante los cuarenta minutos que habla.Entre Marcos personaje de la novela escrita por él mismo y Marcosorador frente a la multitud, personaje escondido bajo su pasamontañas,me pregunto, ¿cuál es mas ficticio, cuál es más real? El pasamontañascomo máscara, signo paradójico, que oculta el rostro para afirmar unaidenti<strong>da</strong>d. “La máscara desvela, así como el silencio habla”, dice Marcos,“a nosotros nadie nos miraba cuando teníamos el rostro descubierto,ahora nos están viendo porque tenemos el rostro cubierto”. De hecho, lamáscara no oculta el rostro, sino que es el rostro. Así también, no hay unapersona por tras del personaje. “Nosotros nos <strong>da</strong>mos cuenta de queMarcos es un personaje”, dice el propio Marcos, “conforme pasa eltiempo van suponiendo qué hay detrás del pasamontañas, pero lo queimporta es el pasamontañas” (citado por Vázquez Montalbán, 1999, p. 60).***Van pasando los días, y leo Muertos incómodos con avidez, pero sinapuro, para que no se acabe tan rápido. El pueblo de Chiapas, uno de losescenarios donde transcurre la novela se llama, paradójicamente, “LaReali<strong>da</strong>d”. Pero “la Reali<strong>da</strong>d” no es una invención de Marcos, al menosno es una invención literaria, sino que es una comuni<strong>da</strong>d indígena (real)crea<strong>da</strong> por el Ejército Zapatista en 2003, un “territorio libre” de la selvalacandona, en el que opera un auto-gobierno. “La Reali<strong>da</strong>d” de la novelaes, entonces, un espacio ambiguo, al mismo tiempo ficticio y real, puestaen abismo de la propia lógica narrativa.***Una tarde de sol, frente a la casa de Fri<strong>da</strong> Kahlo y Diego Rivera, unhombre se me había acercado con un pretexto singular y comenzamos aconversar. Por alguna razón desconoci<strong>da</strong> me inspiraba confianza y, sintener la menor idea de que estaba hablando con uno de los artistasplásticos contemporáneos más destacados de México, acepté ir a su casa.Una mansión en pleno Coyoacán. Me dijo que se llamaba Gustavo,apenas Gustavo. Luego supe, Gustavo Aceves. Por to<strong>da</strong> la casa, cuadros~ 6.2 | 2007~ 123
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