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del este de la isla de Erín (Inglaterra), o incluso más al sur, hacia la<br />

gran tierra que rodea el mar del medio –costa francesa, Golfo de<br />

Vizcaya, mar Cantábrico, costa de Galicia–. Allí habían prosperado y<br />

crecido fuertes otra vez, pero nunca olvidaron la ley<strong>en</strong>da de la tierra<br />

de Erín y ahora volvían otra vez. Volvían a casa.<br />

Amergín miró las nubes, buscando el disco solar naranja-pálido.<br />

Esta niebla pronto se levantará. Señaló hacia babor. Fija el rumbo allí,<br />

estaremos cerca de la playa cuando se levante la bruma; vararemos<br />

cuando la marea esté baja y después llegaremos a la orilla.<br />

Emer Donn parecía incómodo. Pasaba la mano sobre su calva<br />

perfecta. No me gusta arribar tan cerca de la orilla sin t<strong>en</strong>er idea de<br />

adónde vamos. Puede haber arrecifes o rocas escondidas <strong>en</strong> el agua.<br />

Amergín se inclinó hacia estribor y echó un vistazo al agua, sus<br />

ojos casi sin color tomaron el gris-azul del mar. Cruzó el pu<strong>en</strong>te <strong>para</strong><br />

mirar desde babor, cerrando casi los ojos a causa del brillo de las olas.<br />

Si manti<strong>en</strong>es el rumbo, dijo finalm<strong>en</strong>te, no <strong>en</strong>contrarás ningún obstáculo.<br />

Hay rocas allí, allí... y allá, señaló. Pero si sigues este curso no ti<strong>en</strong>es<br />

que preocuparte.<br />

El capitán estuvo a punto de preguntar cómo el hombre mayor<br />

hablaba con tanta autoridad, pero se cont<strong>en</strong>tó con gritar a la tripulación<br />

las órd<strong>en</strong>es.<br />

Amergín había sido uno de los amigos más íntimos de su padre<br />

y el consejero de mayor confianza. Había incluso rumores de que eran<br />

pari<strong>en</strong>tes <strong>en</strong> cierta manera. Lo que era totalm<strong>en</strong>te cierto es que si Mil<br />

hubiera seguido el consejo de Amergín habría sobrevivido.<br />

Amergin se asomó por la proa del barco de madera y observó la<br />

bruma. Su cabeza se inclinó hacia un lado, escuchando, clasificando<br />

los sonidos del mar y el vi<strong>en</strong>to, sin dejar que esos sonidos gradualm<strong>en</strong>te<br />

cubrieran su inconsci<strong>en</strong>te. Conc<strong>en</strong>trábase <strong>en</strong> los sonidos del<br />

“otro mundo”, el reino del espíritu y de la magia. Ahora era mayor,<br />

mucho mayor que Emer Donn, el hijo mayor de Mil. Sabía que se sospechaba<br />

que Amergín era el hermano ilegítimo del rey muerto, Mil.<br />

Pero él era mayor cuando Mil nació. Había aconsejado al padre de<br />

Mil, a Mil y ahora aconsejaba a los hijos de Mil. Algunos le llamaban<br />

druida, o brujo, mago. Un hombre santo, pero la verdad es que no era<br />

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