Mulheres_na_Antiguidade

MULHERES NA ANTIGUIDADE - NEA/UERJ
de mostrar respeto exasperó a historiadores tan tempranos como Plutarco,
quien sabía que la nodriza de Alcibíades se llamó Cleobule, pero fue
incapaz de enterarse de los nombres de las madres de Demóstenes, Nicias,
Lamachus, Trasíbulo o Terames (BREMMER, 1981, p. 426). David
Schaps hace hincapié en que entre los atenienses parece haber existido una
especie de regla de urbanidad de acuerdo con la cual, al menos en algunas
esferas judiciales, existía una interdicción de mencionar incluso el nombre
de mujeres consideradas decentes (SCHAPS, 1977: 323-330); pudiéndose
pronunciar tan sólo el de las de dudosa reputación, el de aquellas
pertenecientes a la familia del oponente a quien precisamente se intenta
dañar, o al de las ya difuntas (VIAL, 1985: 48).
Jurídicamente, la mujer en Atenas nunca dejaba de ser una ―perpetua
menor de edad‖ (MAS y JIMÉNEZ, 1994: 85). Estaba impedida de ocupar la
dignidad de jueza; pero su ―minoría de edad‖ no la tornaba inimputable. Y
Aspasia de Mileto, protagonista de uno de los diálogos de Platón, sufrió,
como Protágoras y Sócrates, un proceso por impiedad. ¿Acaso fue
procesada por desafiar el orden patriarcal al no renunciar a la alta política?
5. La exclusión de las mujeres de la política
Aspasia, a pesar de ser originaria de Mileto, quizá sea la mujer más relevante
en la vida intelectual y política de la Atenas de Pericles, y de Pericles mismo,
de quien fuera o bien esposa o bien ―refinada amante‖ (DE ROMILLY,
2010: 39).
El Sócrates platónico afirma haber aprendido retórica de ella
(PLATÓN, Menéxeno, 249 d). Y agrega que el epitafio pronunciado por
Pericles en honor de los caídos en la guerra del Peloponeso fue redactado
por esta mujer. Si bien es evidente el tono irónico de este diálogo, algunos
autores toman muy en serio la información aportada por Platón‖
(SOLANA, 1994, p. XLI). Plutarco, entre ellos, consigna que:
[…] algunos son de opinión que Pericles se inclinó a
Aspasia por ser mujer sabia y de gran disposición
para el gobierno, pues el mismo Sócrates, con
sujetos bien conocidos, frecuentó su casa, y varios de
los que la trataron llevaban sus mujeres a que la
oyeren, sin embargo de que su modo de ganarse la
vida no era brillante ni decente, porque vivía de
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