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Mulheres_na_Antiguidade

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MULHERES NA ANTIGUIDADE - NEA/UERJ<br />

[...] nos encontramos a Sócrates que acababa de ser<br />

desencade<strong>na</strong>do, y a Jantipa -ya la conoces- con su<br />

hijo en brazos y sentada a su lado. Al vernos, Jantipa<br />

rompió a gritar y a decir cosas tales como las que<br />

acostumbran las mujeres. ‗!Ay, Sócrates!, ésta es la<br />

última vez que te dirigirán la palabra los amigos y tú<br />

se la dirigirás a ellos(PLATÓN. Fedón, 60 a-b).<br />

La esposa del principal protagonista de los diálogos platónicos no<br />

dice <strong>na</strong>da más, su lugar es el hogar, aje<strong>na</strong> a las actividades en las que sí<br />

participa su esposo.<br />

4. La exclusión de las mujeres de la judicatura<br />

El que quizá sea el primer diálogo platónico, la Apología, <strong>na</strong>rra el<br />

proceso en el que Sócrates fue conde<strong>na</strong>do a beber la cicuta. A lo largo de<br />

éste Sócrates interroga a Meleto para demostrar la falta de base de las<br />

acusaciones que pesan sobre él, esto es, corromper a los jóvenes<br />

enseñándoles a no creer en los dioses patrios sino en otros demonios.<br />

Jantipa nunca es llamada para que abogue en favor de su marido. Quizá<br />

Sócrates mismo no hubiera aceptado tal testimonio. Pero lo importante es<br />

que, aunque Sócrates hubiera podido llevar a algunos de sus parientes para<br />

que los jueces se compadecieran de él y de su familia, la ausencia de<br />

Jantipa no es más que un ejemplo de la exclusión de las mujeres en la vida<br />

judicial ateniense.<br />

La presencia de las mujeres en las prisiones donde estaban recluidos<br />

sus parientes no era infrecuente. Sin embargo, las mujeres consideradas<br />

decentes sólo en circunstancias muy particulares podían comparecer ante<br />

los tribu<strong>na</strong>les. El testimonio de las mujeres era admitido bajo circunstancias<br />

especiales. Demóstenes nos hace pensar que era aceptada la declaración de<br />

u<strong>na</strong> madre que juraba por la vida de sus hijos. Su discurso Contra Afobo, en<br />

defensa de Fano ofrece un par de ejemplos protagonizados por su propia<br />

progenitora (DEMÓSTENES. XXIX, 26 y 33).<br />

Los discursos privados de Demóstenes, por ejemplo, citan a 509<br />

hombres contra veintisiete mujeres. Diez de éstas son de algu<strong>na</strong> clase de<br />

presuntas prostitutas y cuatro esclavas. Obviamente el orador omite los<br />

nombres de su madre y herma<strong>na</strong> en los cinco discursos en los que las<br />

mencio<strong>na</strong> (GOULD, 1980: 45). Bremmer observa que esta curiosa manera<br />

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