Mulheres_na_Antiguidade

MULHERES NA ANTIGUIDADE - NEA/UERJ
de ciertas prescripciones socio-religiosas, la función de la diosa es
imprescindible. Tarea cartográfica de deslindar lo Mismo de lo Otro
como forma de conjurar los peligros que las mezclas reportan. Tal como
sostiene Vernant:
Por consiguiente, Artemisa no es el salvajismo.
Actúa de manera tal que las fronteras entre lo
salvaje y la civilización se vuelven permeables, por
así decirlo, porque la caza permite atravesarlas.
Pero al mismo tiempo las fronteras conservan su
nitidez, caso contrario los hombres caerían en el
salvajismo 307 .
Artemisa vuelve a parecer en ese topos delicado que constituye la
frontera entre lo Mismo y lo Otro, lo bestial y lo humano, lo incivilizado
y lo civilizado, lo cultivado y lo no cultivado en términos humanos.
Artemisa se vuelve ella misma nomothetes porque, como digna
hermana de Apolo, vela por la observancia de las leyes que hacen de la
caza una actividad humana, culturalmente valorada y socialmente
observada. Artemisa legisladora.
D. 2. El escenario de la crianza
Su dimensión de nodriza no conoce distinción de categorías; tanto
animales como humanos conocen y se benefician de su función. Se trata
de la nodriza que conoce las reglas de maduración y sabe el camino que
conduce a la etapa adulta. Tránsito y pasaje de estado es el imperativo de
esta nueva función socio-política que asegura la constitución de las poleis
en la medida que reporta el recurso adulto que ejerce la función política.
Se trata de conducir el pasaje de la niñez a la adultez, más precisamente,
a la adolescencia, momento nodular en la historia del individuo porque
marca el inicio de la sociabilidad. Artemisa conoce las reglas del tránsito,
aunando en su función la dupla saber-poder, que la territorializa a esa
doble condición política: sabe y puede. Se trata de depositar al joven en
ese exacto lugar que la ciudad sabe capturar para ejercer sobre el futuro
hombre político el trabajo de la paideia como empresa modeladora y
moral. Para que la ciudad haga del joven el ciudadano que espera y
307 Vernant, J.P. La muerte en los ojos. p. 24.
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