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obtenidos en distintas partes del mundo, en distintos contextos. Pero lo que yo
quiero señalar aquí es que la propiedad intelectual, también genera costos y el
balance depende del contexto particular donde la propiedad intelectual se
aplica.Ella no es un fin en sí mismo, es un instrumento. Y por lo tanto, la utilidad de
este instrumento por las sociedades depende de los objetivos que se planteen y
del modo en que ese instrumento sea utilizado.
La conclusión inevitable es que los beneficios y costos de la propiedad
intelectual serán distintos según los países, según su momento histórico, y también
según los sectores industriales que serán afectados por la aplicación de la
propiedad intelectual. Podemos tener en el mismo país sectores que se benefician
y otros que se perjudican. Y serán distintos naturalmente también los efectos
dependiendo de si ponemos la mira el beneficio de la empresa o el beneficio del
consumidor. Muchas veces, como sabemos, en materia de propiedad intelectual
el diseño de las normas está muy influido por grupos empresariales muy bien
representados por abogados y especialistas, mientras que los consumidores y
los pobres, no tienen la misma ocasión de ser representados al momento de
diseñarse esas disciplinas. En suma, el concepto central es que en propiedad
intelectual no deberíamos admitir que un solo sistema pretenda servir igualmente
los intereses de todos.
Esto lo ha dicho de manera muy clara el propio Banco Mundial en el informe
Economic Prospects Year 2002 . El Banco Mundial define esta cuestión señalando
que “one size does not fit all”. Ese informe es interesante, porque por primer vez una
organización de esta importancia reconoce que los intereses de países con diferentes
niveles de desarrollo económico y social pueden diferir, y que la propiedad
intelectual debería tomar en cuenta esas diferencias. Por ejemplo, ese informe
recomienda en materia de patentes, que los países en desarrollo adopten políticas
que eviten un patentamiento muy amplio, contrariamente a lo que ocurre en los E.E.
U.U., donde el estándar de patentabilidad que se aplica es muy bajo.
El requisito de novedad se cumple con muy poco, lo que explica que se
confieran de 160 a 180 mil patentes por año en los E.E. U.U., esto es, en cinco
años se tendrán cerca de un millón de “inventos”. La razón para este gran número
de patentes es que los estándares de patentabilidad permiten la concesión de
patentes sobre desarrollos marginales (los que en la economía de innovación se
llaman “incrementales” o “menores”, en muchos casos triviales. Las patentes sobre
innovaciones menores pueden tener poca significación técnica en si misma,
pero una gran significación comercial, porque son a veces muy agresivamente
utilizadas para impedir el ingreso de los competidores en el mercado. Esto ocurre
en la industria farmacéutica, por ejemplo. Es lo que se llama en los E.E. U.U.
patentes que reverdecen (“evergreen patents”). En este sector industrial es muy
común que cuando están por vencer las patentes respecto al producto original,
surjan más patentes sobre aspectos marginales – como pueden ser un polimorfo,
un isómero, una nueva formulación – lo que dificulta el ingreso de los competidores
en el mercado, atrasando la competencia de los genéricos, con consecuencias
obvios sobre el precio del medicamento y el acceso a él.
En este contexto el propio Banco Mundial recomienda a países en
desarrollo que no sigan el modelo de patentabilidad que es aplicado a los E.E.
U.U., que en primer lugar se aparta del concepto de invención tradicional y, en
segundo lugar, puede tener grandes implicaciones del punto de vista de la
competencia legítima.
9 0 6º Encontro de Propriedade Intelectual e Comercialização de Tecnologia