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Departures Mexico Winter 2014

Departures Mexico 2014 Winter Edition

80 Cuando el lanchero

80 Cuando el lanchero apaga el motor, el aire es denso y bulle por el calor y el zumbido de los insectos. De pie sobre la proa de una canoa de unos nueve metros de largo, un metro de profundidad y 1,3 metros de ancho, tallada a partir de un solo tronco, se ayuda de un remo para navegar por una estrecha franja de agua a través de plantas de papiro de frondosas espigas. En su espalda se ve cada tendón y su piel brilla con una fina capa de sudor que realza las escarificaciones tribales que discurren, desde los hombros hasta por debajo de los shorts, con un patrón simétrico a ambos lados de su poderosa espina dorsal imitando las fluidas líneas de la piel de un cocodrilo. No hay nada más hermoso… ni más peculiar. Me encuentro en lo más profundo del río Sepik, en Nueva Guinea, gracias a mi amigo Mark Shand. En 1987, este escritor, aventurero y ecologista convencido subió a una canoa de estas mismas características con la intención de encontrar a la huidiza tribu de los Orang Hutan que reside en la isla y cuyas aventuras se relatan en el libro Skulduggery. Mark me aseguró que Nueva Guinea –«toda ella, importa un carajo cual sea»– me develaría aquello que, en su opinión, yo me había perdido en mis viajes por tomar el camino más fácil. Mencioné un par de nuevas empresas de safari que me podrían llevar en helicóptero y también algunos cruceros expedicionarios que ya llegan hasta la desembocadura del Sepik. Entonces sonrió, se sirvió más whisky y encendiendo otro cigarrillo me dijo: «Amiga querida, vete en una pinche canoa». Por eso estoy aquí, siguiendo a un hombre cocodrilo hasta el corazón del Sepik. Con sus 1,127 kilómetros de longitud, este río, navegable casi en su totalidad, es uno de los accidentes geográficos más importantes de Nueva Guinea. Quiero demostrar que soy merecedora de la amistad de Mark y que tengo la tenacidad necesaria para escribir su DEPARTURES-INTERNATIONAL.COM biografía y viajar a aquellos lugares donde uno nunca sabe realmente a lo que se enfrenta, incluso estando allí mismo. Y de pronto, diez días antes de mi vuelo, Mark va y se muere mientras celebra el éxito de la última colecta de beneficencia en Nueva York para su organización Elephant Family. La isla de nueva Guinea está a una distancia considerable de mi hogar: a 24 horas de Los Ángeles, a seis horas de Singapur, a cinco de Fiyi y a dos de Cairns, en la costa septentrional de Australia. El colonialismo del siglo xix acabó fraccionando la isla. La mitad occidental, anteriormente conocida como Irian Jaya, se divide ahora en Papúa Occidental y Papúa – Mark viajó hasta aquí acompañado del fotógrafo de guerra británico Don McCullin–, ambas bajo la jurisdicción de Indonesia. Desde 1975, la mitad oriental de la isla es un país independiente llamado Papúa Nueva Guinea; y aquí me encuentro yo, en las regiones media y superior del Sepik, un río que en el mapa serpentea y se enrosca hacia el oeste hasta cruzar la frontera de Papúa para luego llegar al norte antes de regresar a Papúa Nueva Guinea. El Sepik se nutre de las cuencas del macizo central, un área salvaje repleta de impenetrables selvas y pantanos de agua salobre. Durante siglos, Papúa Nueva Guinea ha estado regida por una ligera pero constante anarquía entre tribus con escaso contacto entre sí. En las montañas, la hostilidad es más notable debido al aislamiento que impone su topografía. A diferencia de las tribus de las tierras altas, el flujo natural del comercio junto al cauce del río parece haber suavizado la actitud de los pueblos del Sepik hacia los forasteros. Aun así, durante nuestro viaje de cuatro días nos encontramos con tres comunidades radicalmente diferentes a pesar de estar separadas por menos de 100 kilómetros de distancia. Aunque algunos hablan una lengua criolla con base léxica inglesa llamada tok pisin –el segundo idioma más hablado en Papúa Nueva Guinea–, por lo general, estas comunidades son incapaces de entenderse entre sí. Hay una enorme presión para que Papúa Nueva Guinea deje atrás este estilo de vida tradicional y aprenda a gestionar debidamente su patrimonio para aprovechar al máximo la extraordinaria riqueza de sus recursos naturales, entre los que se incluyen el petróleo, el cobre y el oro. El avión que me lleva hasta Port Moresby, la capital del país, está lleno a reventar, lo que demuestra el empuje de este nuevo mundo. Entre los extranjeros hay pilotos de helicóptero de Australia, sismólogos llegados de las plataformas petrolíferas del mar del Norte, »

Remando por un afluente del río Sepik de 1,127 kilómetros de longitud PARA RESERVAS CONTACTE CON EL SERVICIO DE LA TARJETA PLATINUM departures-international.com 81

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