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ANDRES BISONNI MI AMADO ESPIRITU SANTO (1) (1)

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Independientemente de dónde estemos en nuestras vidas en este

momento, debemos confesar las promesas de Dios para nuestras

vidas. Nuestras palabras estarán de acuerdo con Sus^alabras y serán

fortalecidas por el Espíritu Santo, y Él las hará realidad.

Si su familia no está sirviendo al Señor, en lugar de hablar

negativamente sobre diem, comience a verlos con los ojos de la fe y

declare: "¡Toda mi familia se salvará!" (Hechos 16:31) Debemos ver

y declarar el sueño de Dios: "En cuanto a mí y mi casa, serviremos al

Señor ”(Jos. 24:15). Si tiene dificultades financieras, mientras medita

en la Palabra de Dios, vea y confiese Su promesa: "Mi Dios suplirá

todas mis necesidades de acuerdo a Sus riquezas en gloria por Cristo

Jesús" (Fil. 4:19).

Si estamos luchando con enfermedades y dolencias, el Señor

quiere que nos veamos sanos, y desea que Su Palabra no se aparte de

nuestras bocas: "Por sus llagas fui sanado" (Is. 53: 5). Podemos

sentirnos física o emocionalmente débiles, pero el Señor nos dice:

"Que los débiles digan que soy fuerte" (Joel 3:10). Eso es ver en el

Espíritu. Ese es el lenguaje del Espíritu Santo, un lenguaje de

promesas, sueños y visiones.

-Meditar

El Señor no solo le dijo a Josué que hablara lo que estaba

escrito en el Libro de la Ley, sino que también le dijo que meditara

sobre él. "Este libro de la ley no se apartará de tu boca, sino que

meditarás en él día y noche" (Jos. 1: 8). El Señor le estaba dando a

Josué otro poderoso secreto espiritual.

Si queremos ser prósperos en todos nuestros sentidos y tener

buen éxito, debemos meditar en la Palabra de Dios y en sus

promesas. El rey David escribió: "Meditaré en tus preceptos y

contemplaré tus caminos" (Salmo 119: 15). Las palabras de Dios

para nosotros son semillas. "La semilla es la palabra de Dios" (Lucas

8:11). Para que esa semilla, promesa o sueño germine y produzca

fruto, no solo debemos escuchar la Palabra sino también meditar en

ella día y noche.

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