19.10.2021 Views

ANDRES BISONNI MI AMADO ESPIRITU SANTO (1) (1)

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

e A

espíritu Santo

Antes de que el Señor derrame la lluvia de Su Espíritu que da vida y

Su Fuego santificador sobre nuestras vidas, Él también nos confronta

con una pregunta: ¿Cuánto tiempo vamos a fluctuar continuamente

entre el mundo y el Señor? Si Jesús es nuestro Señor, debemos

seguirlo únicamente. Si deseamos que Su fuego sagrado consuma

nuestros corazones, primero debemos entregar nuestras vidas a

Jesucristo.

Elijah procedió a desafiar a los profetas de Baal y Asherah Cada lado

preparó un sacrificio sin prender fuego. Luego invocaron a sus dioses,

y Elijah invocó al Señor. El Dios que respondió con fuego sería el

Dios verdadero. Los Profetas de Baal prepararon su sacrificio,

invocaron el nombre de sus dioses, saltaron, gritaron, profetizaron e

incluso se cortaron, pero no pasó nada. No hubo respuesta, no hubo

fuego.

Cuando llegó el turno de Elijah, primero reparó el altar del Señor, el

cual se rompió (1 Reyes 18:30). Tomó las doce piedras, el cual

representó a las doce tribus de Israel y las reunió. Para que caiga el

fuego del Espíritu Santo debe haber unidad. Las Escrituras nos dicen

que el día de Pentecostés, el fuego del Espíritu Santo cayó sobre los

discípulos: "Todos estaban de acuerdo en un solo lugar" (Hechos 2:

1). Si deseamos que el fuego del Espíritu Santo purifique nuestros

corazones, debemos estar dispuestos a perdonar a los demás. Jesús

dijo: "Siempre que estés orando, si tienes algo contra alguien,

perdónalo, para que tu Padre celestial también te perdone tus ofensas"

(Marcos 11:25).

Entonces Elijah cortó un toro en pedazos y lo preparó como una

pequeña ofrenda para él y la gente (Ex. 29:36). Hoy no necesitamos

ofrecer animales como ofrendas pequeñas, porque Jesucristo se

convirtió en nuestra ofrenda por el pecado cuando dio su vida por

nosotros en la cruz. El Señor nos pide: "Os suplico, hermanos, por la

misericordia de Dios, que presenteis a vuestros cuerpos un sacrificio

vivo, santo, aceptable para Dios" (Romanos 12: 1).

64

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!