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espíritu Santo
Jesús le dijo a Pedro que estaba limpio, pero también le dijo a Pedro
que tenía que lavarle los pies. ¿Por qué los pies? En aquellos días, la
gente usaba sandalias y las calles estaban cubiertas de polvo, por lo
que sus pies se ensuciaban constantemente durante su caminata diaria.
La costumbre era que un anfitrión proporcionara agua a sus invitados,
para que pudieran lavarse los pies cuando entraran a su casa. Él podría
proporcionar un sirviente para lavar los pies de los invitados, o
incluso lavar sus pies él mismo
A través de sus acciones, el Señor no solo nos estaba ejemplificando
cómo debemos servirnos unos a otros con humildad, sino que también
nos estaba dando una imagen de la obra santificadora del Espíritu
Santo en nuestras vidas. Jesús le dio una respuesta firme a Pedro
cuando no permitió que el Señor le lavara los pies. Jesús dijo que si
Pedro no estaba dispuesto a ser limpiado por Él, no podría tener parte
con él.
Ser continuamente limpiado por el Señor es un requisito si esperamos
ser parte de su misión en la tierra.
Nuestros pies se ensucian en nuestra caminata espiritual diaria.
Fuimos completamente limpiados por la sangre de Jesús en el
momento de nuestra salvación, pero las cosas de este mundo aún
pueden contaminarnos durante nuestra vida diaria. Donde quiera que
vayamos, estamos constantemente expuestos al mundo, por lo que
debemos ser constantemente lavados. Si nuestro deseo es ser uno con
el Señor y ser parte de lo que está haciendo en el mundo hoy, es
crucial que permitamos que el Espíritu Santo santifique
continuamente nuestras vidas. Jesús nos enseñó a orar: “Danos hoy
nuestro pan de cada día. Y perdónanos nuestras deudas, como también
nosotros perdonamos a nuestros deudores ’’(Mateo 6: 11-12). De la
misma manera que necesitamos una provisión diaria para nuestras
necesidades físicas, también necesitamos una limpieza diaria de
nuestros pecados.
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