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Conociendo al Espíritu Santo
Tan bellas y estimulantes como pueden ser las experiencias con el
Espíritu Santo, no deberíamos estar satisfechos con solo un encuentro
con Su presencia. Una vez que lo hayamos encontrado, nuestro deseo
más profundo debería ser conocerlo. Si realmente lo amamos, también
debemos tratar de conocer su corazón, sus emociones, sus sueños, sus
deseos y su naturaleza. Conocer y amar a Dios debería ser la
motivación detrás de nuestra relación con el Espíritu de Dios. No solo
debemos tratar de ser llenos del Espíritu Santo, sino que también
debemos desear convertirnos en su amigo.
Hay muchas manifestaciones poderosas del Espíritu de Dios, pero el
Espíritu Santo no es un poder, una fuerza, una energía, un lenguaje o un
fuego. Una de las revelaciones más profundas que podemos recibir es
que el Espíritu Santo es una persona y que debemos relacionarnos con
El como uno. Como es un Espíritu, no tiene un cuerpo físico, pero tiene
todos los atributos de una persona.
La Biblia nos dice que el Espíritu Santo tiene emociones. El apóstol
Pablo habló sobre el amor del Espíritu, y también nos dio instrucciones
de no entristecer al Espíritu Santo (Romanos 15:30, Efesios 4:30). El
corazón del Espíritu Santo es extremadamente sensible y se lastima
fácilmente. Sus emociones también son intensas, más extremas que las
nuestras. Siente un dolor severo por el sufrimiento y se regocija por un
corazón arrepentido. Está profundamente entristecido por las injusticias
y se deleita en aquellos que aman a Dios.
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