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ANDRES BISONNI MI AMADO ESPIRITU SANTO (1) (1)

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Jesús declaró: "Bienaventurados los puros de corazón, porque

ellos verán a Dios" (Mateo 5: 8). Solo a través de la sangre de

Jesús podemos acercarnos a Dios con las manos limpias y un

corazón puro (Hebreos 10:19). Santiago 4: 8 no solo nos

anima a acercarnos a Dios, sino también a limpiar nuestras

manos y purificar nuestros corazones. (Psalm 24:3-6).

Moisés fue el único en su generación que subió la montaña. Le

dijo a la gente: "Tenías miedo a causa del fuego, y no subiste

a la montaña" (Deuteronomio 5: 5). De manera similar, hoy

muchas personas temen las manifestaciones del fuego del

Espíritu Santo. Prefieren no acercarse al Señor; Como

resultado, pierden la oportunidad de contemplar Su gloria.

Durante el tiempo de Jesús, hubo varios grupos diferentes de

personas que lo siguieron. Hubo multitudes que lo siguieron

debido a sus milagros y porque les dio algo de comer (Mateo

19: 2). Había un grupo de setenta hombres a quienes llamó

para proclamar las buenas nuevas del reino de Dios, para

sanar a los enfermos y liberar a los oprimidos (Lucas 10: 1­

12). También había un grupo de sus doce discípulos, que

caminaron estrechamente con él cuando les reveló los

misterios del reino de Dios y los preparó para continuar su

intento de minis en la tierra (Lucas 6:13). Pero de los doce,

había un grupo de tres hombres que eran sus amigos más

íntimos. Estos fueron los únicos tres que tomó para morir en

la cima de la figuración del Monte de la Transformación, y a

quienes reveló su gloria: "Tomó a Pedro, Juan y Santiago y

subió a la montaña para orar" (Lucas 9:28).

Jesús manifestó el poder del reino de los cielos para morir

multitudes, pero reveló su gloria solo a Pedro, Santiago y

Juan. Cuando estaban en la cima de la montaña, las Escrituras

declaran: "Al orar, la apariencia de su rostro se alteró y su

túnica se volvió blanca y brillante" (Lucas 9:29). Y allí, la Biblia

nos dice: "Ellos vieron su gloria" (Lucas 9:32).

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